La grandeza de su artículo, titulado "El Pretorio", está en la justificación de fondo de su decisión:
"Pero para nadar contra corriente hace falta un río que brote de un manantial de aguas puras; y los medios de comunicación se están convirtiendo desgraciadamente en un lodazal de aguas estancadas donde ya sólo es posible chapotear en medio del tumulto, de tal modo que cualquier razonamiento se torna ininteligible, extemporáneo, incongruente con la confusión reinante; y es posible que hasta contribuya a hacer el caldo gordo a la confusión reinante, espesando aún más el barro del lodazal. Conque al nadador contra corriente sólo le resta salirse del lodazal y buscar un río donde siquiera pueda bracear en busca de manantiales originarios".
Es evidente que muchos lamentarán la decisión arguyendo que, puesto que el lodazal existe, un buen nadador contra corriente (y él lo es) tendría la obligación moral de no retirarse por el inmenso bien que hace a los que no tienen más remedio que contemplar la competición desde las gradas, y a los que su ausencia de la carrera dejará huérfanos de un referente liberador.
Este argumento no es baladí, desde luego, pero el razonamiento-provocación de De Prada tampoco lo es, y creo yo que tal vez, a largo plazo, una retirada como la que anuncia pueda convertirse en un revulsivo que propicie el comienzo de una nueva andadura de algunos medios de comunicación, concretamente los de inspiración u obediencia netamente eclesial.
Porque creo yo que De Prada no "dimite" para irse al confortable butacón de su cuarto de estar a "verlas venir" diciendo algo así como "ya lo decía yo", sino que barrunto que su "espantada" quiere ir acompañada de un reto a esos medios de comunicación que, con la que está cayendo, siguen queriendo ser ingenuamente "generalistas", sin darse cuenta de que hay momentos en los que tratar de agradar a todos y dar altavoz a tirios y troyanos desde una neutralidad imposible, sólo conduce a espesar el lodazal y a convertir una opción, en principio impecable por su apertura, en el célebre camino a ninguna parte, al menos, a ninguna parte de un mínimo valor.
Seguiré echando leña al fuego de este inevitable debate.
No hay comentarios:
Publicar un comentario