sábado, 29 de mayo de 2010
Feria del libro: alimentos saludables para tiempos de trivialidad
viernes, 28 de mayo de 2010
Ante la "emergencia educativa", propuestas valientes de J. Ratzinger
miércoles, 26 de mayo de 2010
Roma y Moscú juntas al servicio de la vieja Europa
martes, 25 de mayo de 2010
Cajasur: saber morir a tiempo
domingo, 23 de mayo de 2010
Sobre la "utilidad" de la religión y su práctica
"La crisis financiera global podría potenciar un aumento de la religiosidad porque ésta alivia el estrés que provoca la pobreza. Sociólogos estadounidenses analizaron la relación entre la pobreza, el bienestar mental y la religión a partir de los datos de una encuesta nacional, constatando que actividades como la asistencia a los centros de culto, la meditación o la fe en la vida después de la muerte, tienen un efecto mitigador sobre el estrés derivado de los problemas financieros. El presente estudio constató, asimismo, que la oración no ayuda a sobrellevar las dificultades económicas".
Sobre la religión del pueblo y sus torpes manipuladores
viernes, 21 de mayo de 2010
Diálogo y cooperación interreligiosa: Iniciativas de vanguardia
jueves, 20 de mayo de 2010
Los dineros de la Iglesia: de la "sopa boba" a la responsabilidad
miércoles, 19 de mayo de 2010
Cristianos y budistas unidos en el respeto a la tierra y a la vida
"Cristianos y budistas nutren un profundo respeto por la vida humana. Y por ello es crucial para nosotros animar los esfuerzos dirigidos a crear un sentido de responsabilidad ecológica, y reafirmar al mismo tiempo nuestras convicciones compartidas sobre la inviolabilidad de la vida humana en cada estadio y condición, la dignidad de la persona, y la misión única de la familia, en la que se aprende a amar al prójimo y a respetar la naturaleza. ¡Promovamos juntos una correcta relación entre los seres humanos y el medio ambiente! Aumentando nuestros esfuerzos [...] podemos dar testimonio de un estilo de vida respetuoso, que encuentra sentido no en tener más, sino en ser más. Que compartiendo las perspectivas y los compromisos de nuestras respectivas tradiciones religiosas, podamos contribuir al bienestar de nuestro mundo".
Cuando algunos se empeñan en dar por finiquitado el diálogo interreligioso, acusando injustamente de promocionar un burdo sincretismo a los que con un esfuerzo ímprobo vienen tratando desde hace décadas de abrirle camino, reconforta ver y leer un sencillo documento como éste, firmado por un cardenal de la Curia romana (por tanto, respaldado por la autoridad del mismo Papa) en el que se puede apreciar cómo las diversas tradiciones religiosas, por muy distantes que puedan estar cultural y doctrinalmente, pueden unirse profundamente a la hora de prestar un servicio al ser humano y a la naturaleza en toda su extensión. Diríamos que se trata de un reconocimiento explícito de una genuina dimensión ecológica de toda religión.
Entristece, sin embargo, comprobar que este tipo de iniciativas no suscitan eco alguno en nuestros medios de comunicación, demasiado ocupados, al parecer, en investigar las miserias, tan reales como minoritarias, de los seguidores de cualquier religión.
martes, 18 de mayo de 2010
Positivos "efectos colaterales" de una desagradable crisis
"Uno de los efectos más inesperados de la “crisis de los abusos” es que está permitiendo tratar abiertamente de temas “tabúes” que, en circunstancias normales, hubiera resultado difícil presentar en la plaza pública. Por ejemplo, que se hable en la prensa de la importancia de la castidad puede parecer imposible; sin embargo, la crisis ha permitido hablar también de esto (aunque, en algunos casos, con cierta incomodidad). La razón es que parece obvio que en el fondo de todos los delitos y escándalos que ocupan en estos meses la atención de los medios, hay por lo menos una falta de castidad (entre otras cosas). Siguiendo el silogismo, se podría concluir que la castidad es incluso positiva...
Ahora se habla de pecado. El Papa ha dicho esta mañana que “el verdadero enemigo que hay que temer y combatir es el pecado, el mal espiritual, que a veces, por desgracia, contagia también a los miembros de la Iglesia”. Y todo el mundo le ha entendido. En línea con lo que dijo en su viaje a Portugal, Benedicto XVI esta subrayando que el peligro para la Iglesia no está fuera, sino dentro. No es la persecución o los titulares de prensa: el peor enemigo es precisamente el pecado.
Es un mensaje fuerte, que va al centro de la cuestión y que es el fundamento de la “operación limpieza”, de la que se hablaba aquí hace meses, que no es una cuestión cosmética o una estrategia para salir del paso. Pienso que el Papa se está ganando a pulso, y en primera persona, la credibilidad. Bastaba estar esta mañana en la plaza de San Pedro para darse cuenta de que la gente ha entendido lo que está haciendo". Hasta aquí el blogger cuya página he recomendado.
Suscribo naturalmente lo que dice, pero me permito hacer algunos añadidos. Efectivamente, hablar de castidad es positivo, pero me temo que la referencia a esta virtud sea efímera y no logre rebasar el nivel francamente bajo, por no decir ínfimo, en que la sitúan habitualmente los comentaristas (tanto los de "fuera" como los de "dentro"), al presentarla como algo negativo y restrictivo, cuando su dinamismo interno va justamente en sentido contrario. En efecto, creo que la castidad no es otra cosa que el "mecanismo" liberador que permite a la persona afrontar positivamente y con paz la capacidad que tiene la sexualidad de tiranizar -por exceso, y también por defecto- a los individuos demasiado ingenuos. No se si Contreras suscribiría lo que estoy insinuando.
Otro "efecto colateral" positivo está siendo, a mi juicio, el enésimo resurgir del cuestionamiento de la ley del celibato propia en exclusiva de la iglesia católica latina. Guste o no a los inmovilistas, y sin poner en relación causa-efecto los abusos con esa ley de la iglesia latina, el debate sobre la misma es inaplazable, y cuanto más se pretenda eludir, con más virulencia resurgirá. Tampoco se si esta apreciación la suscribiría Diego Contreras.o no a los inmovilistas GGuste o no a los inmovilistas