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miércoles, 26 de diciembre de 2012

FELIZ NAVIDAD

En mi parroquia existe la costumbre de que párroco y vicarios parroquiales feliciten la Navidad a la comunidad con un pequeño texto de su cosecha que leen, a modo de homilía, en la Misa del Gallo y en las celebraciones del día 25. Me apetece compartir con los lectores del blog mi aportación de este año, reiterando así mi felicitación a todos los que se toman la molestia de leerme:


"Queridos hermanos:
Me alegra mucho poder felicitaros la Navidad un año más. Me alegra, sí, pero también os confieso que me cuesta cada vez un poco más porque me persigue, casi como una obsesión, la amenaza de que mis palabras, sinceras y sentidas en mi intención, puedan sonar a discurso “políticamente correcto”, a predicación “de oficio”, vacía; a repetición obligada de ideas archisabidas.
Por eso, permitidme que este año convierta mi homilía-felicitación en una invitación al silencio: estoy convencido de que, cuanto más nos acercamos al Misterio que celebramos estos días, más penetramos en el silencio de Dios –el Gran Silencio que nos acoge y envuelve- y más podemos gozar del fruto de su presencia: la libertad y la alegría. Y cuanto más nos alejamos de él, más quedamos a disposición de un bullicio que nos des-configura des-figurándonos y haciéndonos perder nuestra envergadura personal.
¿Y cómo puede ser una Navidad así, una Navidad que escuche el Silencio del Dios encarnado? Yo la imagino y la quiero así:
-Navidad oyente de y obediente a la Palabra: buscadora de sentido, enamorada de la luz.
-Navidad oyente de y obediente a la Tierra, gran sacramento del Dios amante del mundo y del hombre hasta la locura del pesebre y la cruz.
-Navidad oyente de y obediente al grito silencioso pero ensordecedor de los que sufren, los únicos probablemente que logran hacer llorar a Dios.
Esta Navidad, tal vez menos romántica, merece ser felicitada, y yo os la deseo muy feliz".

¿MONOTEÍSMO TOTALITARIO?

Hace tres o cuatro días, y no logro recordar dónde, leí una referencia sobre el célebre Stephane Hessel, afamado autor a partir de su pequeño libro-panfleto "Indignaos", en el que hacía una especie de llamada a la indignación general -sobre todo de la gente joven- frente al orden (desorden) de nuestro mundo.
En la lectura a que me refiero, se comentaba la publicación de un nuevo libro suyo -creo que en compañía de Edgard Morin- y se transcribían párrafos de una entrevista en la que el antiguo diplomático e ilustre nonagenario reconocía su interés por el tema de  la trascendencia, llegando a reconocer su aceptación de Dios. Eso sí, se apresuraba a decir, un Dios que nada tiene que ver con el de los monoteísmos porque éste -afirmaba- genera inevitablemente el totalitarismo.
No es Hessel el primero ni el único en sentar cátedra a propósito del monoteísmo en la dirección indicada. Me atrevería a decir, incluso, que esa visión del asunto es ya un tópico mil veces repetido -y pocas argumentado-  que hizo fortuna en su día y que ha suscitado pocas respuestas desde una visión filosófico-teológica de signo contrario. Con una excepción muy reciente y, a mi juicio, de enorme interés, por su gran calidad y por la relevancia del que la suscribe.
En efecto, la pasada Nochebuena, el Papa Ratzinger en su espléndida homilía dedico unos párrados al tema que no me resisto a transcribir para los lectores del blog. Ni que decir tiene que suscribo íntegramente su contenido. Nada me agradaría tanto como que la reflexión de Benedicto llegara al autor francés y le diera que pensar. Ahí va como mi cordial felicitación:


"Con la gloria de Dios en las alturas, se relaciona la paz en la tierra a los hombres. Donde no se da gloria a Dios, donde se le olvida o incluso se le niega, tampoco hay paz.
Hoy, sin embargo, corrientes de pensamiento muy difundidas sostienen lo contrario: la religión, en particular el monoteísmo, sería la causa de la violencia y de las guerras en el mundo; sería preciso liberar antes a la humanidad de la religión para que se estableciera después la paz; el monoteísmo, la fe en el único Dios, sería prepotencia, motivo de intolerancia, puesto que por su naturaleza quisiera imponerse a todos con la pretensión de la única verdad.
Es cierto que el monoteísmo ha servido en la historia como pretexto para la intolerancia y la violencia. Es verdad que una religión puede enfermar y llegar así a oponerse a su naturaleza más profunda, cuando el hombre piensa que debe tomar en sus manos la causa de Dios, haciendo así de Dios su propiedad privada. Debemos estar atentos contra esta distorsión de lo sagrado. Si es incontestable un cierto uso indebido de la religión en la historia, no es verdad, sin embargo, que el «no» a Dios restablecería la paz. Si la luz de Dios se apaga, se extingue también la dignidad divina del hombre. Entonces, ya no es la imagen de Dios, que debemos honrar en cada uno, en el débil, el extranjero, el pobre. Entonces ya no somos todos hermanos y hermanas, hijos del único Padre que, a partir del Padre, están relacionados mutuamente. Qué géneros de violencia arrogante aparecen entonces, y cómo el hombre desprecia y aplasta al hombre, lo hemos visto en toda su crueldad el siglo pasado. Sólo cuando la luz de Dios brilla sobre el hombre y en el hombre, sólo cuando cada hombre es querido, conocido y amado por Dios, sólo entonces, por miserable que sea su situación, su dignidad es inviolable.
En la Noche Santa, Dios mismo se ha hecho hombre, como había anunciado el profeta Isaías: el niño nacido aquí es «Emmanuel», Dios con nosotros (cf. Is 7,14). Y, en el transcurso de todos estos siglos, no se han dado ciertamente sólo casos de uso indebido de la religión, sino que la fe en ese Dios que se ha hecho hombre ha provocado siempre de nuevo fuerzas de reconciliación y de bondad. En la oscuridad del pecado y de la violencia, esta fe ha insertado un rayo luminoso de paz y de bondad que sigue brillando".

domingo, 23 de diciembre de 2012

Ya tenemos aquí la Navidad. Es este un tiempo en el que fluye especialmente la palabra; diríamos que es como si en él todos quisiéramos estar a la altura de la Palabra (el Verbo) que viene, expresando nuestros sentimientos profusamente, en tarjetas y verbalmente, con saludos de augurios de paz, bondad y felicidad.
Desde luego, no es cosa de ahora. La historia de la literatura nos brinda ejemplos maravillosos de esa exuberancia parlante y escribiente que, captando, casi siempre con acierto, el sentido profundo de lo que celebra la fe cristiana, ofrece testimonios de gran belleza literaria, llevados no pocas veces a su plenitud en musicalizaciones que resisten con firmeza el paso del tiempo.
Ofrezco a mis lectores una selección de temas del Cancionero de Uppsala que nos brindan, con frescura no exenta de ingenuidad, una visión entrañable de la Navidad:


No la debemos dormir
la noche santa,
no la debemos dormir.
 
  La Virgen a solas piensa
qué hará
cuando al Rey de luz inmensa
parirá,
si de su divina esencia
temblará
o qué la podrá decir.
 
  No la debemos dormir
la noche santa
no la debemos dormir.

Rey a quien reyes adoran
Señal es qu'es el que es,
Trino y uno, y uno y tres,


Verbum caro factum est,
Porque todos os salveys.

Y la virgen le dezia
Vida de la vida mia,
Hijo mio que os haria,
Que no tengo en que os hecheys.

Por riquezas terrenales,
No dareys unos pañales,
A Jesus que entre animales,
Es nasçido según veys.

Alta Reyna soberana,
Solo merecistes vos,
Que en vos el hijo de Dios,
Recibiesse carne humana.


Un niño nos es nasçido,
Hijo nos es otorgado,
Dios y hombre prometido,
Sobre divino humanado.


Dadme albricias, hijos d'Eva!
— ¿Di de qué dartelas han?
Que es nascido el nuevo Adan.
— ¡Ohy de Dios y que nueva!
Dadmelas y haved placer
Pues esta noche es nascido,
El Mexias prometido,
Dios y hombre, de mujer.

Riu, riu, chiu,
La guarda ribera,
Dios guardó el lobo
de nuestra cordera.


El lobo rabioso
La quiso morder,
Mas Dios poderoso
La supo defender,
Quizole hazer que
No pudiesse pecar, (sic)
Ni aun original
Esta virgen no tuviera.


Muchas profecias
Lo han profetizado,
Y aun en nuestros dias,
Lo hemos alcançado,
A Dios humanado
Vemos en el suelo,
Y al hombre en el cielo
Porque el lo quisiera.

Vos virgen soys nuestra madre,
Que la que el fruto comio,
Madrastra la llamo yo.

Vos como Madre escogida,
Rematastes nuestra rrastra.
La otra como madrastra,
Puso en cuentos nuestra vida,
Ella la dexo perdida;
Quando por madre os tomo,
Madrastra la llamo yo.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

¿LUCIDEZ O PESIMISMO?

Recibo todos los días en mi buzón de correo-e elmanifiesto.com. Casi siempre me interesan los artículos que publican porque, aunque algunas veces discrepo de las tesis que proponen los autores, siempre me dan que pensar; y esa invitación al pensamiento -venga de donde venga, podíamos decir- la considero muy saludable, especialmente en estos tiempos que corren en los que se suele presentar como válido un único enfoque de los asuntos, el enfoque, por cierto, que sutilmente marcan determinadas elites jaleadas casi siempre por los media: lo que se llama el pensamiento único.

Esta mañana me he encontrado con un artículo firmado por Damián Ruiz, habitual de este periódico, que con el título de "Volver al orden", arranca con un diagnóstico de nuestra situación político-social que, lamentablemente, no puedo sino compartir. Lo transcribo a continuación para conocimiento de los que lean este blog: el título que pongo en la entrada de este post quiere dejar, con su forma interrogativa, un resquicio a la esperanza de que las cosas no cursen tan rematadamente mal...


"Tengo la sensación de vivir en un país marrullero donde las instituciones y las leyes se aceptan o no, y se respetan o no, en función de los distintos intereses de los politiquitos de turno, de cada reino de taifa y de cada grupo de presión. Un país entregado al poder financiero donde solo las clases medias y trabajadoras deben cumplir escrupulosamente la ley.

Vivimos en una nación descuartizada donde cada día se cierran cientos de pequeñas y medianas empresas, donde cada vez más gente se queda sin empleo. Una sociedad sin autoridad, ni en la familia, ni en la escuela, ni en la universidad, ni en las instituciones del Estado, donde cada uno campa como quiere sin que tenga que rendir cuentas a nadie.

En este maremágnum indecente unos viven, politiquitos, especuladores y subvencionados a dedo, y otros pagan, usted, yo y todos los que cada día trabajamos —los que aún tenemos esa suerte—, muchas horas para poder sostener esta podredumbre que rige nuestras vidas".

martes, 11 de diciembre de 2012

EL EMBRUJO DEL ADVIENTO (y 4)


El Adviento tiene también su música: una música suave como el arpa, el órgano, o la flauta, nos debería acompañar alejándonos de toda estridencia.

Pero además –y quizás, sobre todo- el silencio. Tiempo de Adviento, tiempo de silencio. Para que no se oiga más que al Espíritu, para que Él nos cubra también con su sombra, como a María,  y, como a Ella, nos haga fecundos. Un silencio que permite captar el susurro de Dios cuando nos habla; porque Dios no nos habla nunca a voces: no quiere ahogar nuestra palabra, parece tener miedo a nuestro rechazo…

Adviento: Dios ha venido, Dios viene, Dios vendrá. Adviento: audacia de los que le han descubierto cerca, le han añorado lejos, y le vislumbran por doquier. No deterioremos el Adviento, dejémoslo ser lo que es: humilde y elegante espacio para mirar a un horizonte abierto y lleno de promesas.





lunes, 10 de diciembre de 2012

EL EMBRUJO DEL ADVIENTO (3)


Costumbre centroeuropea, últimamente estamos también los mediterráneos adoptando durante el Adviento el símbolo de la corona. Esta rueda verde con sus cuatro velas, nos permite recordar rítmicamente que vamos caminando hacia esa plenitud de luz que terminaremos por descubrir en la Estrella deslumbrante del portal de Belén. El Adviento es camino sosegado y perseverante.

Durante estas semanas, la comunidad no canta el Gloria. No porque esté triste, sino porque prefiere guardar todas sus energías para que, a partir de la noche santa, resuene la voz de los que casi gritan: Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz…

El Adviento nos invita a contemplar sus propias figuras: los profetas con Isaías a la cabeza, Juan el Bautista, y, sobre todo, María: expectante, admirada, iluminada por el Espíritu, una pizca desconcertada. María, icono de esperanza firme, de fe recia, y servicio eficaz. También Isabel y Zacarías, aunque en otro plano, pueden ayudar a vivir el Adviento.

 

 

domingo, 9 de diciembre de 2012

MASONES Y SOMBREROS

Entre los blogs que sigo habitualmente -probablemente demasiados, porque hay algo de vicio o adicción en esto de la lectura de blogs- hay uno que nunca dejo de leer, y eso que su autor lo actualiza cada día. Es el Blog del Padre Fortea, alojado en la página de Religión Digital.
El autor es un sacerdote de la diócesis de Alcalá de Henares, exorcista, estudioso y gran experto en demonología (tratado sobre el o los demonios), saber que, como puede fácilmente comprenderse, tiene capacidad de fascinar a muchos y de suscitar el escepticismo, cuando no el desdén, de no pocos.
El padre Fortea, por su especialidad, digamos, académica, y por su singular personalidad, es invitado con relativa frecuencia a programas radiofónicos o de de TV en los que se plantean estas cuestiones que, como digo, atraen, tanto como repelen, a muchos ciudadanos.
No le conozco personalmente, pero tengo ganas de hacerlo y ya he dado algunos pasos para ello, concretamente le he escrito electrónicamente, comentándole algún lazo que nos une. Efectivamente, él es de Barbastro, ciudad a la que estoy vinculado por razones familiares. De modo que tengo pendiente un encuentro con él, lo que me apetece no poco.
Su blog me resulta francamente interesante. Yo diría que, con rasgos algo surrealistas, ofrece una mirada sobre la vida, entre divertida, irónica, socarrona y, a veces, hasta casi apocalíptica. Refleja una personalidad nada vulgar y una independencia de criterio muy de agradecer en estos tiempos de dictaduras progres y pensamientos únicos.
La entrada de hoy me ha llamado la atención especialmente, tanto por el tema como por su forma de abordarlo, que pone de relieve alguno de esos rasgos que acabo de sugerir como característicos de su personalidad.
No será la última vez que comparta con mis lectores alguna reflexión del padre Fortea. Me estreno transmitiendo la que ha colgado hoy:


"Me preguntaba un masón, desde Estados Unidos, hace pocos días, si podía seguir siendo masón y católico.
Le contesté que no. El mensaje del Evangelio es el mensaje del buen y sencillo Jesús contando parábolas a los pobres agricultores y pastores. A los seres humanos les encantan las historias con arcanos y partes secretas. La típica historia con complot, tipo Código Da Vinci. Por el contrario, nuestra fe en el Hijo del Carpintero es la misma para todos, sea uno pescador en Galilea o comerciante de caravanas en Petra. El Papa no es conocedor de una parte secreta de la fe. La Teología es una ciencia abierta para todos.
Por otra parte, la masonería nació con el deseo de sustituir a la Iglesia. Ya en el siglo XVIII la Iglesia les parecía antigua a los modernos de esa época que iban de ilustrados-listillos por la vida. Por qué seguir con la bellísima liturgia eclesiástica, cuando podemos pasar el rato entretenidos con unos ritos inventados con unos delantales y tal. Las logias comenzaron, además, a construir su propia historia. Una de esas invenciones era que ellos son los descendientes de los constructores de las catedrales. Aunque, evidentemente, no hay nada que les conecte a los masones con los antiguos constructores, salvo el deseo.
Después los masones hablan de que custodian una sabiduría secreta. Pero esa sabiduría secreta, al final, es un conjunto de generalidades que se resumen en que un buen masón ayuda al género humano, un buen masón busca la paz, un buen masón tal y cual.
Pero lo peor de todo, lo inmensamente peor de todo, son la variedad de ridículos sombreros que algunas logias de Estados Unidos obligan a colocar a sus miembros. Viendo algunos de esos sombreros, supe, al momento, que allí no estaba la verdad".




 

EL EMBRUJO DEL ADVIENTO (2)


"En el Adviento esperamos una venida, acariciamos también una presencia, y nos inquietamos ante lo que podría parecer un gélido vacío. El Adviento es un tiempo fuerte que nos quiere hacer fuertes avivando en nosotros la ilusión de la promesa.

Este tiempo tan hermoso, humilde y elegante al mismo tiempo, tiene su propia fisonomía en la liturgia de la Iglesia y en el contenido espiritual que expresa cada día -sobre todo, cada domingo– la Palabra proclamada. Veamos:

Al Adviento le sienta bien el color morado: ni triste ni sombrío, simplemente sobrio y comedido; la esperanza requiere atención y vigilancia, no casa con explosiones de color que podrían desembocar en banales distracciones. Quiere el Adviento más a las plantas de señorial hoja verde que a esas exuberantes flores ebrias de color y de olor. Aprendamos de su pedagogía".



EL EMBRUJO DEL ADVIENTO

Nuestra sociedad celebra, cada año con ribetes más disparatados, la fiesta de Navidad. No tenemos costumbre, sin embargo, de celebrar, al menos con signos sociales externos, el tiempo que la prepara y que las iglesias cristianas llaman Adviento. Se opera entre nosotros, por tanto, una especie de solapamiento hacia atrás, con rasgos claramente invasores, de la Navidad que en el mundo del comercio alcanza cotas casi esperpénticas pues pretende que adoptemos el ´"espíritu navideño" haciendo nuestras compras en cuanto termina octubre.
Sin embargo, el tiempo de Adviento es particularmente hermoso. Me atrevería a decir, precisamente por ese ninguneo que sufre gracias a la distorsión a que le somete una navidad pésimamente entendida, que, en su humildad, puede convertirse en un tiempo -cuatro semanas nada más- contra-cultural, políticamente incorrecto, provocativo.
He escrito unas sencillas reflexiones sobre él que iré compartiendo con los lectores del blog en estas semanas.
He aquí la primera:


El embrujo del Adviento (1)
"Para gustar del Adviento tenemos que permitir que nuestros sentidos entren en armonía con todo lo que acontece en esta estación del año: el verano queda ya muy lejos; casi nadie recuerda sus calores, ni su ambiente relajado e informal. No. Ahora empezamos a sentir frío, incómodo pero tonificante, y con una cierta melancolía nos resignamos a ver cómo oscurece antes -y oscurece mucho-, cómo caen a sus anchas las hojas como si quisieran desnudarnos… Estamos en otoño: el mundo se nos va muriendo, y parecen apagarse esa vida y esa fuerza que nos anunció espléndida la primavera.

Pues bien, en medio de ese otoño agridulce, precursor de un invierno aún más destemplado, los cristianos somos convocados a la vigilia y a la preparación de la gran fiesta del Sol naciente. El Adviento es, ante todo, tiempo de espera y de esperanza. Negación de lo decadente, descubrimiento de una vida que surge misteriosamente desde el fondo de aquello que a primera vista es fracaso y muerte".


martes, 4 de diciembre de 2012

PARA NO REPETIR ERRORES

En el contexto de un artículo en el que Mónica Mullor analiza en Libertad Digital las perspectivas de una posible elección de Michelle Bachelet para la presidencia de Chile, encuentro un análisis-descripción de la gestión de Zapatero y sus consecuencias para la actual situación de España, que me parece de una lucidez y exactitud irrefutables. Me animo, por ello, a compartirlo con los lectores de este blog. Conocer el orígen de los males que nos afectan, es imprescindible para orientar su posible solución por vía, al menos, de evitar incurrir de nuevo en torpezas indeseables que, como se ve, no cursan sin consecuencias.

"El contagioso optimismo de los chilenos se desvaneció rápidamente cuando me reencontré con la desesperanza que agobia cada día más a los españoles. El desempleo no para de crecer y ya supera los 5,8 millones; el 52% de los jóvenes no tiene trabajo, 1,7 millones de hogares tienen a todos sus miembros en paro. No sin razón, en lo que va de año en Madrid se han celebrado ya más de 3.000 manifestaciones, autorizadas o no.
Este es el resultado de los años locos de España, de cuando estuvo gobernada por un colega socialista de Michelle Bachelet. ¿Lo recuerdan? Su nombre es José Luis Rodríguez Zapatero, que tiró la casa por la ventana e hizo que se olvidase la relación existente entre deberes y derechos, entre esfuerzo y resultado. Su política de promesas a destajo, de ofrecer múltiples derechos a la ciudadanía, como si fueran maná caído del cielo, hizo que España llegara a la situación en que está ahora: endeudada, embargada y desacreditada.
En tiempos de bonanza económica, el colega de Bachelet permitió que en España se inflaran muchas burbujas, empezando por la crediticia y la inmobiliaria, que a su vez condujeron a una burbuja política, sustentada en la acumulación de ingresos tributarios de todo tipo.
Los tiempos del despilfarro y del todo gratis de Zapatero dieron también lugar a la burbuja sanitaria. Todos los partidos políticos (sin excepción) coreaban al unísono que la sanidad pública sería siempre universal y gratuita, lo que condujo a un uso irresponsable de los recursos sanitarios. En el plano educativo, hace ya mucho que España optó por la vía populista argentina: universidad para todos y gratuita. Se apostó por la cantidad y no por la calidad, lo que llevó a la masificación de la educación superior, que abrió sus puertas a estudiantes poco preparados. Y así continúa hasta hoy la universidad española, navegando en un mar de mediocridad institucionalizada. Por eso no es de extrañar que España no tenga una sola universidad entre las 150 mejores del mundo. En el ámbito de las infraestructuras, los políticos (con dinero de los fondos europeos) invirtieron miles de millones de euros en la construcción de aeropuertos sin viajeros, autopistas sin automóviles, palacios de congresos sin congresos, tranvías y trenes de alta velocidad sin pasajeros.
Fueron los años del populismo desenfrenado del Estado de Bienestar, de la generosidad irresponsable del Estado y la inflación de derechos. Su efecto más dañino fue una concepción falsa del progreso como algo conquistado de una vez y para siempre. Todo era un engaño: los tan mentados derechos no estaban pensados para momentos de verdadera necesidad, cuando muchos pierden su empleo y caen en la indefensión. Solo podían pagarse en situaciones de bonanza económica, no en tiempos como los que vive España desde hace ya cuatro años.
Resumiendo: el socialista Rodríguez Zapatero embaucó a los españoles, y ahora a España no le queda más que mendigar el dinero que precisa.
Nadie sabe lo que Bachelet se propone realmente, pero los ávidos de derechos y los beneficiarios del clientelismo ya están golpeando la puerta. Su juego de diva ausente a lo Garbo le está resultando de maravilla, y tal vez le sirva para ser elegida. Pero tendrá un problema. Un día deberá también gobernar y aguantar el chaparrón de las ilusiones frustradas, especialmente entre el izquierdismo más militante, que ha crecido alentado por el izquierdismo moderado de la Concertación, deseoso de hacer ingobernable el país para que crezca la nostalgia por Mamá Michelle.
La crisis de los países del sur de Europa, en especial la española, es una advertencia para Chile y los chilenos, un llamado a que no se dejen embaucar por argumentos populistas sobre las supuestas maravillas de los Estados de Bienestar".

lunes, 3 de diciembre de 2012

OPINIONES -¿INESPERADAS?- QUE DAN QUE PENSAR

Hace varios meses tuve noticia de la publicación de un libro cuyo título me pareció muy ingenioso y sugerente: "No es bueno que Dios esté solo". Lo compré y lo leí casi de un tirón. Se trata de una serie de entrevistas a personas de muy diverso origen, profesión y sensibilidad, a las que el autor, con llamativa naturalidad, plantea con todo respeto pero sin ningún complejo, el tema de Dios, permitiendo decir a cada uno, con absoluta libertad, lo que piensa y siente sobre la cuestión.
Me enteré de que Gonzalo Altozano -ese es el nombre del autor- tiene ahora en Intereconomía, una vez por semana, un programa con el mismo título del libro en el que sigue haciendo lo mismo que en el libro: hablar con sus invitados del tema de Dios, la trascendencia, el sentido de la vida, etc. Lamentablemente, por cuestiones de horario, todavía no he podido asomarme al programa, pero hoy me he topado en la página web Religión en Libertad con la transcripción de algunos fragmentos de la conversación que mantuvo hace poco con Albert Boadella que he leído con enorme interés: por lo que dice, y por quién lo dice.
Me complace compartir con los lectores de este blog algunos pensamientos del gran actor que es Boadella al que no es posible negar originalidad y valentía en sus tomas de posición, llenas de talento, libertad y capacidad de provocación intelectual.
Aunque no necesariamente se compartan todas sus apreciaciones, no se puede negar que dan que pensar y que ayudan a no dejarse atrapar por la dictadura del pensamiento dominante de lo "políticamente correcto":




"Desde niño me acostumbré a rezar cada noche un padrenuestro en latín y no lo he abandonado". Y lo de "en latín" no es casual: "Cuando vi la evolución de los rituales de la Iglesia en los años 70, yo me escandalizaba y tuve necesidad de satirizar y parodiar, sobre todo, la forma, que se había querido entroncar con ciertas formas político-sociales".

…Sobre si marca la casilla de la X, un sí implícito: "A mí no se me ocurre ponerla en las ONG y estas cosas. Sin menospreciarlas, la Iglesia es mucho más seria. Cáritas se ha demostrado muy sólida. Yo, ante las religiones laicas, estoy con la única y verdadera, como se decía" (risas). 

"Las religiones laicas me dan pavor", son muy peligrosas. Las conocimos con una ferocidad increíble, como fueron el nazismo y el comunismo. Y las religiones progres, como el medio ambiente, se toman como una militancia religiosa. Me parece peligroso porque son una inducción al fanatismo".

…Sobre aquello que más le concierne como artista, y antes de una expresiva defensa del "sentimiento y el deseo de lo trascendente" que late en la Semana Santa de Sevilla e "induce a la fe", expresó un pensamiento muy próximo al de Benedicto XVI sobre la evangelización a través de la belleza: "La Iglesia tiene que acudir al arte, porque el arte ha sido una forma de transmisión de lo intangible. De la Capilla Sixtina a las misas de Palestrina o Juan Sebastián Bach, el arte induce a la sensibilidad de la trascendencia mucho más que el discurso objetivo, científico, teológico. La prueba es que la Iglesia ha utilizado el arte en sus mejores momentos como forma de transmisión. La desaparición de los aspectos más bellos y sensoriales del ritual de transmisión es un batacazo muy duro a eso que se llama la fe y que es algo difícil de captar y de percibir pero que tiene que ver con algo tan poético y extraordinario como la misa que yo había vivido. Con algo muy importante, que era el latín. La desaparición de todo eso me parece enormemente grave".

 "El complejo de la modernidad, que lo ha invadido todo, también la Iglesia, es un camino a la frivolidad. Y eso, una Iglesia que ha tenido a su servicio a Miguel Ángel y a Rafael, y a San Agustín y a Santo Tomás de Aquino trabajando para ella, no lo puede hacer".

Lo mismo respecto a las vestiduras eclesiásticas: "El feligrés está esperando que la relación no sea de tú a tú, que el representante de los misterios divinos se revista de una representación digna e importante".

¿Cree él en Dios? "Creer para mí es difícil. Tengo la sensación de que todo está movido por una enorme Inteligencia, en el sentido más alto del término. El hecho de que todos los hombres en todas las civilizaciones hayan tenido el impulso de creer en Dios ya podría ser un indicio de que ese Ser existe, de que lo llevamos dentro. Pero cuando digo ´Ser´ no sé muy bien a qué me estoy refiriendo. Me cuesta más creer en la Revelación historiada, en el sentido de que Jesucristo es el Hijo de Dios: me cuesta más creerlo, a pesar de que lo practico en el sentido de que rezo mi padrenuestro, y cuando veo a la Virgen de la Macarena o del Baratillo tengo emociones de que debe ser la Virgen. Las sensaciones que yo he tenido con el arte, esa sensación de lo intangible, es lo que más me ha llevado a pensar que hay un mundo que desconozco".