Costumbre centroeuropea,
últimamente estamos también los mediterráneos adoptando durante el Adviento el
símbolo de la corona. Esta rueda
verde con sus cuatro velas, nos permite recordar rítmicamente que vamos
caminando hacia esa plenitud de luz que terminaremos por descubrir en la Estrella
deslumbrante del portal de Belén. El
Adviento es camino sosegado y perseverante.
Durante estas semanas,
la comunidad no canta el Gloria. No porque esté triste, sino porque prefiere
guardar todas sus energías para que, a partir de la noche santa, resuene la voz
de los que casi gritan: Gloria a Dios en
el cielo y en la tierra paz…
El Adviento nos invita a
contemplar sus propias figuras: los
profetas con Isaías a la cabeza, Juan el Bautista, y, sobre todo, María: expectante, admirada, iluminada
por el Espíritu, una pizca desconcertada. María,
icono de esperanza firme, de fe recia, y servicio eficaz. También Isabel y Zacarías, aunque en otro plano,
pueden ayudar a vivir el Adviento.
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