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lunes, 28 de junio de 2010

La Iglesia en el País Vasco: sigue el movimiento

Siguen las aguas revueltas en la Iglesia del País Vasco. Vacante la sede de Bilbao por el traslado o promoción de su titular, Mons. Blázquez al arzobispado de Valladolid, la Santa Sede no pudo o no quiso cerrar su sucesión con prontitud y, como muchos nos temíamos, esa tardanza se está demostrando más perniciosa, o por lo menos problemática, que el nombramiento de un nuevo obispo fuera este quien fuera.
Hace un par de semanas, un grupo de unas setecientas personas escribieron al Nuncio Frattini una carta en la que repiten los tópicos al uso cuando de una sucesión episcopal se trata: que el nuevo prelado debe ser alguien encarnado en la realidad sociocultural de la diócesis, conocedor de su idiosincrasia, etc., y que en el procedimiento para su elección debería oirse al pueblo de Dios en mayor medida de lo que habitualmente se hace.
Digo que se repiten tópicos al uso, pero no quisiera que se me entendiera mal: hay en ellos, a pesar de ese carácter "tópico", no poco de razonable en linea de principio, si bien es verdad que, convertido en reivindicación-presión de última hora, lo que se dice pierde seriedad operativa a largo plazo y se convierte en proclama para la galería o brindis al sol.
La respuesta del nuncio, que ha sorprendido por lo inhabitual, ha sido tan sobria como contundente: dando a entender que los nombramientos episcopales se hacen con las pertinentes consultas previas, subraya que el Papa nombrará al candidato que considere el mejor para ser pastor de la diócesis. Me ha gustado la respuesta. Sobre todo, me ha gustado que se produjera.
Pero ahí no ha terminado el asunto. Creo que por primera vez, el escrito de los setecientos no ha sido el único. A los pocos días, según se informa, se ha puesto en marcha un procedimiento de recogida de firmas para avalar una toma de posición de signo contrario. Vienen a decir los ya más de dos mil firmantes que tienen plena confianza en lo que haga la santa sede siguiendo los procedimientos canónicos para el nombramiento de nuevo obispo, y que éste deberá ser, sobre todo, un buen pastor, un hombre santo capaz de pastorear su iglesia como parte de una iglesia universal sin obsesionarse por los rasgos de peculiaridad o idiosincrasia propia de la misma. Hablando en plata: a los primeros les resultaría un buen signo que se nombrara a un obispo al menos filo-nacionalista. A los segundos, diríamos, todo lo contrario.
Pues me parece muy bien este segundo pronunciamiento, aunque lo ensombrece un tanto, al parecer, la falta de transparencia a la hora de la recogida de firmas que, por lo visto, quedan en el anonimato, dando un sesgo de opacidad a todo el procedimiento. Si es así, tarjeta roja.
Para terminar, una buena noticia para Mons. Munilla, obispo de San Sebastián. Por lo visto, el diario Gara, siniestro altavoz de la banda terrorista Eta, la ha emprendido con él acusándole de fomentar prácticas nacionalcatólicas y sandeces por el estilo. Que Gara tome posición en contra de Munilla es signo inequívoco, a mi juicio, de que el sufrido obispo donostiarra está en el campo adecuado. Lo contrario sería aterrador. Piensen en esto con serenidad los detractores de Munilla, no vayan a encontrarse de repente en un terreno de juego poco limpio acompañados de personajes cuya catadura moral todos conocemos.

sábado, 26 de junio de 2010

China: interesante mapa religioso

China, el gigante asiático que a no pocos inspira un recelo que sin duda hunde sus raíces en el miedo a a lo desconocido, ofrece uno de sus rasgos más enigmáticos cuando se contempla su mapa religioso.
Sabemos, desde luego, que no hay allí muchos cristianos; pero probablemente ignoremos un dato muy interesante: que el protestantismo está conociendo una expansión bastante espectacular, y que, numéricamente, los hijos de la Reforma nos superan ampliamente a los católicos, si bien padecen la constante amenaza de la fragilidad debido a las divisiones internas que acompañan secularmente al protestantismo. Concretando en cifras, habría que hablar de un total de cristianos protestantes entre los 40 y 70 millones, un granito de arena, ciertamente, en medio de la descomunal playa de la población china.
Los católicos se pueden cifrar entre 12 y 14 millones, añadiendo siempre la célebre división que los atraviesa entre los llamados "oficiales", adaptados a la situación política y no perseguidos en principio por el sistema, que mantienen vínculos débiles pero reales (algunos de ellos, al menos) con Roma, y los conocidos como "clandestinos", de fidelidad pétrea a Roma y mal vistos, y muchas veces molestados, cuando no perseguidos, por el régimen. (Estoy hablando de la situación actual en los comienzos de nuestro siglo XXI; el pasado, incluso inmediato, arroja un balance, en lo referente a persecuciones bastante más siniestro, como no podía ser menos tratándose de un régimen comunista).
Es interesante también mirar a las otras religiones existentes. El Budismo, que con el protestantismo está conociendo una considerable expansión, es una religión que, introducida en China en el siglo primero después de Jesucristo, arroja una cifra cercana a los 100 millones de fieles por lo menos.
El Taoismo, más una sabiduría o filosofía que una religión, fundado sobre las enseñanzas legendarias del Tao (que significa Camino o Senda), está en la base de la espiritualidad china, y conforma tanto su raíz cultural como su pensamiento. Más de 200 millones de chinos se sienten deudores de esta filosofía o modo de vivir en su inspiración existencial.
Finalmente, el Islam no está en expansión, y constituye una minoría algo acantonada, con 20 millones de fieles en todo el país; concretamente los Huis en el suroeste y los Ouighours en la provincia de Xinjiang al noroeste.
Una reflexión "casera" para terminar. Me llama la atención el escasísimo interés que suscitan normalmente entre nosotros las tradiciones religiosas lejanas a nuestra sensibilidad. Tal vez se trate de una característica fruto de un aislamiento histórico que nos ha hecho recelar de lo que percibimos como "extranjero" o extraño a nuestra idiosincrasia, frente a lo que generamos, como mecanismo de defensa, un miedo que se convierte en desinterés, y que no pocas veces termina degenerando en un auténtico desdén. Nunca olvidaré, a este respecto, un chiste que se oía en mi infancia y que, en su brutal zafiedad, expresa bastante bien en resumen lo que acabo de decir: "No creo", decía el gracioso, "en la religión católica que es la verdadera, como para creer en todas las demás."

viernes, 25 de junio de 2010

Pederastia: se aleja la tormenta, pero se oyen truenos todavía


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de perdón por los abusos del clero

Me ha producido más desasosiego que extrañeza la noticia que se puede leer hoy en la prensa que informa de un registro policial en toda regla de las dependencias arzobispales de la archidiócesis de Malinas-Bruselas a la búsqueda de documentación o testimonios relacionados con denuncias de pederastia.Para terminar de “arreglarlo” veo que las pesquisas se han ampliado al propio domicilio del anterior arzobispo, el cardenal Daneels. Los despachos informativos añadían como detalle nada agradable un acordonamiento policial de los edificios.

Evidentemente, no hay nada que objetar en linea de principio a una intervención de este tipo realizada, sin duda, con todas las garantías judiciales. La Iglesia no tiene por qué tener ningún privilegio y debe ser considerada como una institución social más sometida al imperio de la ley. Nadie en su sano juicio dentro de la Iglesia reclama para ella excepciones de trato, cosa que, entre nosotros, no todos se creen, por lo que periódicamente se ven en la obligación de recordárselo con el estúpido y manido latiguillo de “tiene que encontrar su puesto en la democracia”.


No obstante lo dicho, es perfectamente legítimo que los que amamos a la Iglesia por sentirnos parte de ella, suframos la humillación que está suponiendo esta catarata de consecuencias, también cívicas, del desastre espiritual que implica el lamentable hecho de los casos de pederastia.

Me ha parecido que podría ser útil proporcionar a los lectores de este modesto blog, la reflexión publicada en Diario de Burgos por mi admirado amigo Joaquín Luis Ortega que une en su persona tres vectores existenciales que le convierten en un referente de calidad a la hora de afrontar temas como éste: su condición de sacerdote, de periodista y de doctor en historia.


Disfruten con su reflexión.

(Joaquín Luis Ortega, Diario de Burgos).-De pederastia y no de pedofilia. Las cosas serias hay que tratarlas con seriedad. Pedofilia es simplemente el amor a los niños, sin otra connotación. Pederastia es el abuso sexual con los niños y eso es ya harina de otro costal.

Con el paso de los días va remitiendo la intensa oleada de acusaciones de pederastia contra sacerdotes y religiosos católicos. Ahora que el terremoto amaina es el momento de hablar y hacer balance. Precisamente en estos días ha culminado en Roma el Año Santo dedicado por Benedicto XVI a los sacerdotes. Momento también de evaluar y clarificar la verdad y la densidad de la ‘pederastia eclesiástica', lastimosamente, tan traída y llevada.

Queda en pie que la pederastia ha tenido y tiene clientes eclesiásticos. Es algo tan execrable como real. Algo que repugna radicalmente con la condición sacerdotal. En lo que no existe tanta claridad es en las cifras. A lo largo de los múltiples debates abiertos -llenos algunos de equilibrio, y otros de mala saña- se ha clarificado que la pederastia afecta a un porcentaje exiguo del clero.

No cabe disculpa para tal pecado y delito, pero tampoco es correcto desorbitar el censo de los pecadores. Por otra parte se ha venido verificando que la piara de los pederastas está compuesta mayormente por casados y no por célibes. Quiere ello decir que no vale recurrir a la abolición del celibato para extirpar la pederastia, como han pretendido algunos eminentes teólogos. Si hay que hablar de la supresión del celibato, obligatorio para los clérigos católicos, será por otras razones. Pero no por las ahora propuestas.

La galerna de los abusos sexuales eclesiásticos ha arremetido con especial virulencia contra el papa Benedicto XVI que ha resistido las embestidas con responsabilidad, serenidad y firmeza. Benedicto XVI no ha ocultado ni edulcorado los desmanes. Ha exigido la dimisión incluso de obispos. Ha endurecido ya la vigente legislación canónica sobre estos temas. Ha escrito sobre lo ocurrido páginas que pasarán a la historia, como la dirigida a los católicos de Irlanda, del 19 de Marzo de 2010, escrita para ser leída y aplicada en todos los rincones de la Iglesia.

Por si fuera poco, el papa Ratzinger, en todos sus recientes viajes, ha reservado un tiempo para dialogar con víctimas de los abusos. Y además, ha reconocido, en diversos momentos de su estancia en Portugal, la existencia del pecado en el hoy de la Iglesia.

La Iglesia, por su parte, se ha apiñado en torno a Benedicto XVI, reconociendo en él al timonel sabio y sereno que ha sabido gobernar acertadamente la nave de la Iglesia en esta procelosa coyuntura.

Así las cosas, bien cabría decir que la «pederastia eclesiástica» ha quedado desenmascarada, ya que no vencida; la Iglesia se ha purificado de una escoria que la deshonra, y Benedicto XVI se ha visto confirmado por aclamación en su papel de pastor solícito y prudente de toda la Iglesia.


dón por los abusos el clero


miércoles, 23 de junio de 2010

Catacumbas: descubrimientos arqueológicos y más

“En medio de las Catacumbas de Santa Tecla, un cubículo que parecía una simple planta cuadrada con tres arcos, ha resultado ser un importante hallazgo de la arqueología sacra: se trata de las figuras más antiguas de los apóstoles (fines del siglo IV). Están representados Pedro, Pablo, Andrés y Juan. El descubrimiento, que fue revelado después de dos años de investigaciones y anunciado el año pasado en L’ Osservatore Romano, fue presentado oficialmente ayer en una rueda de prensa presidida por el presidente de la Pontificia Comisión de Arqueología Sacra y presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, monseñor Gianfranco Ravasi”.

He podido leer esta noticia en diversas páginas informativas especializadas (ésta, concretamente, la he encontrado en InfoCatólica), y confieso que me ha llenado de emoción.
Por una u otra razón, estamos asistiendo a un creciente interés no sólo de los especialistas, sino también del gran público, a propósito de todo lo que tiene que ver con los orígenes, y más concretamente, con la antigüedad cristiana en general. Este interés es, desde luego, perfectamente legítimo, pero además muy comprensible porque responde a una certera intuición: es en esos orígenes, en esa “primera fase” del desarrollo del cristianismo, donde nos es dado encontrar algo así como los fundamentos “fundantes” de lo que se irá desarrollando progresivamente en una complejísima evolución histórica hasta llegar a nosotros en el cristianismo que conocemos, y que -aquí empiezan los problemas- para unos es una torpe deformación de aquél idílico mundo primitivo, y para otros constituye sencillamente el resultado de una evolución inevitable que arroja como balance la ambigüedad de todo lo humano: luces y sombras.
No es el momento de pronunciarse sobre el debate que acabo de insinuar porque el género literario de un blog, por su propia naturaleza, impide entrar en cuestiones tan complejas como para exigir el espacio de, cuanto menos un artículo y no precisamente breve.
Sí me apetece, sin embargo, decir algo sobre las Catacumbas. Cualquiera que haya estado Roma, se habrá acercado a una u otra de las catacumbas que pueden visitarse en la Ciudad Eterna. La más habitualmente incluída en los circuitos turísticos es la llamada de San Calixto, pero no sería justo omitir la mención que merecen, a mi juicio, la de Priscila (me entusiasmó) y también la de Domitila (menos), sin olvidar que estas tres no son ni mucho menos las únicas visitables (interesante también San Sebastián), aunque sean, eso sí, las más famosas sin duda por méritos propios.
La primera vez que bajé a San Calixto experimenté un verdadero escalofrío espiritual; (escalofríos físicos son también posibles por cuestiones de contraste de temperatura). Estaba yo convencido de que me disponía a visitar los refugios de aquellos heroicos cristianos primitivos que encontraron en esos laberintos subterráneos refugio a la inevitable clandestinidad que les imponían sus perseguidores.
Ese sentimiento avivó en mí un notable espíritu de solidaridad con aquellos predecesores y, al mismo tiempo, una cierta sensación de vergüenza por el convencimiento de que ahora los cristianos no seríamos capaces de semejante valentía. Como se ve, aunque fuera inconscientemente, me apuntaba yo con estas elucubraciones a la tesis de los que mantienen que el cristianismo no ha hecho sino degradarse en su evolución histórica.
Poco tardé en despertar de mi “sueño dogmático” sobre las catacumbas, sueño compartido por un porcentaje altísimo de los que las visitaron entonces conmigo y siguen haciéndolo ahora bastantes años después. Un conjunto de buenas lecturas y la oportunidad de escuchar a magníficos estudiosos de la arqueología de la época y, más en general, de los orígenes del cristianismo, me hicieron ajustarme a la realidad, menos romántica, casi nada idílica, pero segura desde el punto de vista histórico y no desprovista de belleza a pesar de todo.
En efecto, ni refugios, ni clandestinidad, ni películas enternecedoras para avivar en nosotros el sueño del paraíso perdido: las catacumbas son básicamente necrópolis, es decir, cementerios de la época correspondiente (sobre todo, siglo IV), con todo lo que ello tiene de interés para el que tantos siglos después, puede acercarse y visitarlos en un estado de conservación realmente llamativo.
A partir de aquí, podemos adentrarnos en ellas desprovistos ya de ese “prejuicio” del que he hablado, tan conmovedor aunque falso, y caer en la cuenta, sin merma de auténtica emoción religiosa, de algo que con aquél esquema mítico de antes nos pasaba fácilmente desapercibido: el testimonio inequívoco que atraviesa todas estas necrópolis, expresado de una u otra forma en sus paredes y nichos de una convicción de aquellos predecesores nuestros en la fe, esta sí realmente subversiva entonces y ahora: que la muerte no tiene la última palabra porque Cristo ha resucitado.

lunes, 21 de junio de 2010

Ni cristianos ni socialistas:(más) tontos (que) útiles

"Querido Pepe. Te escribimos para manifestarte el apoyo y la solidaridad de Cristianos Socialistas en esta hora en la que tú, también tu familia, estáis siendo sometidos a una premeditada campaña de difamación que, sin prueba alguna, es claramente injustificable". Un movimiento que está siendo "alentado y amplificado por los labios engañosos de la ultraderecha católica que no puede aceptar que un cristiano sea socialista".

Este es el arranque de una carta que, según informan en Religión Digital, ha escrito el colectivo Cristianos Socialistas al presidente del Congreso José Bono para manifestarle su apoyo tras las informaciones que vienen poniendo en cuestión su transparencia a la hora de dar cuenta y justificar su variado y notable patrimonio.

Confieso que aún no me he repuesto después de leer semejante cúmulo de memeces que, a mi juicio, no hacen sino hundir definitivamente el “prestigio” de ese grupo, si es que alguna vez contó con él.

La relación cristianismo-socialismo siempre ha sido teóricamente problemática, tanto en el plano filosófico como en el operativo. No cabe duda, sin embargo, de que han existido y existen cristianos de honradez intelectual indiscutible y de praxis existencial incluso ejemplar que han defendido lo mejor de las tesis socialistas procurando vivir de acuerdo con lo que en ellas veían de más coherente con el mensaje cristiano. Pero curiosamente todos ellos se han manifestado siempre como absolutamente libres a la hora de la militancia, y en la mayoría de las ocasiones, fuertemente críticos con las encarnaciones históricas de los ideales socialistas en la realidad cotidiana de los partidos y organizaciones políticas de ese nombre.

Por eso, una toma de posición tan descarada como la de estos señores está llamada desde el principio a recoger el desprecio, no ya de esos cristianos ultraderechistas cuyo fantasma, por lo visto, les persigue, sino también el de militantes socialistas que, sin vinculación a cualquier confesión cristiana, están sufriendo desde hace unas fechas el bochorno de ver a un ilustre conmilitón puesto en la picota por informaciones no refutadas que presentan de él un rostro tan lejano del perfil socialista como de la imagen que cualquiera tiene del cristianismo.

Para ellos, según afirman en su grotesca misiva, José Bono sería "un político de talla cuyo compromiso socialista está inspirado por el cristianismo", además de "un político valiente que hace anuncio explícito de su fe en una sociedad y un ágora pública donde no está bien visto evocar a Dios".

Pero no acaban ahí los despropósitos. Para estos “hombres de síntesis” (cristianos Y socialistas) las críticas recibidas por el Presidente del Congreso sólo pueden obedecer a su audacia al presentarse públicamente como político socialista y hombre de fe, incomprendido, desde luego, por la Iglesia, y probablemente también por sectores de su partido. “Los de siempre” han pretendido desgastarle políticamente, minar su credibilidad con el evidente objetivo de tapar las tramas de corrupción en las que se ven envueltos (Gürtel, etc.).

No se arredran nuestros genios de la síntesis; siguen diciendo: "la ética pública exige al político ser transparente y saber separar verazmente el ejercicio del cargo público del negocio privado"; Bono "ha seguido un criterio de conducta moral ciertamente comprometido, y siempre dando un paso por delante", lo que queda demostrado, según ellos, por el hecho de que el personaje de referencia fue el primero en hacer públicas sus rentas y bienes en 1985.

"Es hora de reivindicar ética en la vida pública, más tolerancia y menos envilecimiento. No todo está permitido para conquistar el poder", añade esta delirante nota, que, como no podía ser menos, concluye mostrando a Bono "nuestro apoyo y también nuestra oración. Como dice el salmista, Dios conoce verdaderamente el camino de los justos y detesta a los mentirosos. Él te sostiene".

Pues esperemos que al Altísimo no le pase su jefe de prensa esta mamarrachada, porque si no, tendrá que hacer divinos esfuerzos para no mandar a sus autores al mismísimo limbo de los tontos.

domingo, 20 de junio de 2010

Otro perfil -no menos auténtico- de Saramago

A muchos ha sorprendido, y quizás disgustado, que al día siguiente de la muerte del escritor José Saramago, el periódico vinculado estrechamente a la Santa Sede, L’Osservatore Romano, haya publicado un duro y contundente obituario sobre el Premio Nobel, casi tan conocido por su literatura como por su animadversión a la religión en general y al catolicismo en particular.

"La omnipotencia (presunta) del narrador" es el título del suelto que firma Claudio Toscani en el que repasa la vida del que fue galardonado con el más prestigioso premio literario del mundo el año 1998. He aquí algunos párrafos significativos de su comentario:

"Fue un hombre y un intelectual sin fuste ni dimensión metafísica, anclado hasta el final en una proterva confianza en el materialismo histórico, alias marxismo".

"Colocado lúcidamente en la parte de la cizaña en el evangélico campo de grano, se declaraba insomne por el solo pensamiento de las Cruzadas o de la Inquisición, olvidando, sin embargo, el recuerdo del 'Gulag', de las purgas, de los genocidios, de los 'Samizdat' culturales y religiosos".

El texto repasa la producción literaria del portugués, analizando también su novela "El Evangelio según Jesucristo" (1991), una obra "irreverente", dice, que supone un "desafío a la memoria del Cristianismo, de la que no se sabe qué salvar".

"Por lo que respecta a la religión, atada como ha estado siempre su mente por una desestabilizadora intención de hacer banal lo sagrado, y por un materialismo libertario que cuanto más avanzaba en los años más se radicalizaba, Saramago no se dejó nunca abandonar por una incómoda simplicidad teológica".

"Un populista extremista como él, que se había hecho cargo del porqué del mal en el mundo, debería haber abordado en primer lugar el problema de todas las erróneas estructuras humanas, desde las histórico-políticas a las socio-económicas, en vez de saltarlas tratando de situarse en el plano metafísico".

Finalmente, se puede leer en el artículo de L'Osservatore Romano que estoy extractando que Saramago no debería haber "inculpado, incluso demasiado cómodamente y lejos de cualquier otra consideración, a un Dios en el que nunca había creído, por la vía de su omnipotencia, de su omniscencia, de su omniclarividencia".

Nunca me cayó bien el personaje: De su literatura no hablo porque ni soy especialista ni conozco su producción como para poderlo hacer, pero reconozco que ese rictus permanente de desagrado frente a un mundo contemplado siempre a través del prisma desenfocado de la descalificación de la religión y del cristianismo, se me antojaba entre pueril y desagradable; pero sobre todo, estéril y nada revolucionario. De su militancia marxista y atea sólo diré que me asombraba por lo que yo intuía un simplismo impropio de un intelectual.

O sea: que coincido bastante con Claudio Toscani, y agradezco y admiro su valentía para ir contracorriente de los botafumeiros que estos días no paran de incensar al personaje, señalando verdades muy sencillas pero que a muchos se les atragantan sorprendentemente a pesar de su evidencia.

sábado, 19 de junio de 2010

La Masonería liberal española y la laicidad

Leo en El País de hoy que la masonería liberal española ha celebrado una importante reunión, fruto de la cual ha sido la elaboración de un manifiesto en el que, como siempre pasa con los manifiestos, se resumen los puntos de vista de los participantes en forma de afirmaciones, normalmente contundentes, unidas a propuestas o reivindicaciones que pretenden ser el "brazo armado y ejecutivo" del aparato teórico previamente expuesto.
En la información del diario madrileño se destacan las intervenciones de varios participantes, todos ellos convencidos de que en España todavía falta mucho camino por recorrer para alcanzar la verdadera y ansiada laicidad.
Me ha llamado especialmente la atención que, de las cuatro intervenciones, las dos que protagonizan sendas mujeres son las más radicales y reivindicativas, mientras que las de los varones, uno supongo que catalán por el apellido, el otro francés, o, al menos, perteneciente a una logia del país vecino, resultan mucho más templadas y, a mi juicio, de mayor calado.
Una de las mujeres preconiza como imprescindible para alcanzar la total laicidad, la supresión de la casilla que permite a los contribuyentes destinar parte de sus impuestos a la Iglesia católica; afirma también que la futura ley de libertad religiosa debería llamarse de libertad de conciencia.
Me he tomado la molestia de hacer un resumen -copia y pega- para que mis lectores tengan noticia directa de lo que a mí me ha parecido más significativo; obviamente una lectura directa de la información de El País podrá aclarar y ampliar lo que aquí, tal vez, pueda resultar insuficiente por fragmentario o mal seleccionado por mi:

"Ana María Lorente…resaltó que las "inercias mentales aún vigentes imprimieron un troquel patriarcal a las sociedades ya desde hace 4.000 años, así como una concepción solar y masculina de la divinidad; durante todo este tiempo, por el hecho de ser mujer, la mitad de la sociedad ha vivido bajo un sistema de creencias que le ha impedido desarrollarse libremente". Por ello, abogó por la laicidad "como garantía de una sociedad sin discriminaciones, donde poder ser educada en la tolerancia y en el pensamiento crítico, capaz de poner en cuestión todo tipo de dogma. Asimismo, propuso una "complicidad fraternal de los dos polos de la Humanidad, hombres y mujeres", y preconizó después una sociedad "donde los derechos humanos no sean un mero enunciado". Según Jordi Farrerons, "la laicidad es un espacio de convivencia respetuoso con todo tipo de creencias e ideologías". Para Farrerons, y pese al principio constitucional, "pervive una confesionalidad sociológica del Estado aún después de transcurridas tres décadas de vida democrática en España… Igualmente, criticó la identificación de anticlericalismo y laicidad, ya que considera a esta como un factor de integración social. Por su parte Paloma Martínez Sierra subrayó que España sigue siendo de facto un Estado confesional, y reivindicó una espiritualidad no confesional que la laicidad ampara… Aimé Bataglia, del Gran Oriente de Francia, hizo una descripción del laicismo al que consideró complementario de la tolerancia…"no cabe confundir el espacio público, en el que se mueven los Estados, y el privado, donde tienen lugar las distintas creencias", confusión en la que "se encuentran los fundamentalismos religiosos y estatales". Reivindicó las creencias como expresiones de los anhelos y deseos del espíritu humano en la esfera de la conciencia…"


jueves, 17 de junio de 2010

Más sobre COPE

Creo sinceramente que uno de los rasgos que evidencian siempre el sectarismo es la negativa a leer, escuchar, o en su caso, citar y/o publicar opiniones de quienes están en los antípodas de nuestros propios criterios y enfoques, aunque en determinados momentos pudieran decir o aportar algo razonable y perfectamente asumible: ¡al enemigo, ni agua!
Como me horrorizan esas actitudes sectarias, que, por cierto, veo que cunden con bastante frecuencia no sólo en la llamada sociedad civil, sino también, e incluso más, entre los miembros del sufrido pueblo de Dios, no tengo empacho en reproducir a continuación un suelto que acaba de publicar en su blog "La Cigüeña de la Torre" el ínclito comentarista de temas de religión e iglesia, Fco. José Fndz. de la Cigoña, cuyas posiciones ultraconservadoras, unidas a un estilo con demasiada frecuencia más que agresivo, faltón, hacen las delicias de sus fans, y desesperan al resto, que agradecería -esa impresión da- que alguien pusiera coto a sus "desmanes". El tema es la COPE y lo que se barrunta como una situación de futuro de la cadena más que precaria:


"La COPE se deshace de quienes parecían los más directos beneficiarios de la salida de la misma de Jiménez Losantos y César Vidal. Quienes se habían prestado con regocijo a colaborar en la marcha de las dos figuras estrella de la emisora leo que no están muy satisfechos con el desenlace. Pasar de la tarde a las mañanas de los fines de semana o de ser el sustituto de Federico Jiménez Losantos a ocuparse del internet de la emisora no parece ni siquiera un premio de consolación. Si es cierto que están que bufan se entiende perfectamente. Yo pienso que no son Cristina López Schligting e Ignacio Villa los grandes responsables del hundimiento de la emisora aunque a ellos les hagan pagar los platos rotos. Que rompieron otros. Aunque ellos colaboraran y se regocijaran del estropicio. Y pretendieran beneficiarse de él. Que aquello iba a hundirse lo pronosticamos todos. Salvo los suicidas que abrían vías de agua debajo de la línea de flotación de la nave. Que naturalmente se hunde. Como era lógico esperar. Creo que la responsabilidad de la una y el otro en ello es escasa. Y distinta. Cristina va de católica, yo no tengo la menor duda de que lo es, y pudo creerse que a ella le afectaría poco la marcha de los dos encausados. Su programa sería el mismo y ella, desaparecidas las estrellas, podría quedar como la referencia de la cadena. Tal vez no midiera que la fuga de oyentes también le iba a afectar a ella porque quien se va enfadado no vuelve por la tarde a oírla. Ella también chupaba de los enganchados a la emisora por JL y CV. Su confesa militancia católica podría justificar su incomodidad ante que las referencias de la cadena fueran un agnóstico y un protestante, cosa en principio chocante, y si de su marcha además podía sacar beneficio propio, miel sobre hojuelas. Pero no fue capaz de prever que la marcha de aquellos hundía la emisora y que ella iba a ser una de las prendas a pagar por ese hundimiento. El caso de Ignacio Villa me parece distinto. Era un íntimo colaborador de JL y en su estilo. Hasta que vio que podía ocupar el puesto del visir. Entre que no lo hizo bien y que se le fueron los oyentes a raudales quedó imposible. La COPE los arroja ahora por la borda pero con eso no van a impedir el naufragio de la nave. Otros son quienes lo provocaron. Equivocándose en todo. Posiblemente desde el principio. JL y CV seguramente no eran las personas adecuadas para pilotar una emisora no sólo católica sino además episcopal. Una vez que se optó por ellos y habiendo llevado a la radio a unas cifras espectaculares sólo se podía prescindir de los mismos sustituyéndoles por quienes pudieran retener a los oyentes o recuperarlos tras una primera fuga. Relevo ciertamente muy difícil pero que evidentemente no eran Cristina e Ignacio Villa. Ahora, ante el hundimiento general, es muy fácil decirlo pero estaba cantado por todos salvo por unos ignorantes que no saben nada de comunicación. Y que son los grandes responsables del desastre. La Iglesia se queda sin voz en la radio, la perdió en la prensa y parece que quiere arruinar la que le queda en televisión. Y los causantes del estropicio son los únicos que se van a ir de rositas. No es justo. Y menos que puedan seguir haciendo desde su absoluta ignorancia más tropelías. Yo no voy a derramar una lágrima por Cristina López Slichting y por Ignacio Villa. Crudo lo tienen. No es fácil la situación general y menos si llegan con la vitola de fracasados. Si a mí mañana me nombraran entrenador del Real Madrid pudiera ser que cegado por el relumbrón del puesto y por sus emolumentos lo aceptara. Pero cuando el equipo estuviera en segunda regional más que pedirme responsabilidades a mí habría que pedírselas al retrasado mental que me nombró. Pues, más o menos."


Coincido básicamente con este análisis. Tendría cosas que añadir, alguna de las cuales ya avancé en algún post anterior. Pero lo que no se me va de la cabeza ante la reiteración de casos similares que afectan o han afectado a la comunidad eclesial española en su reciente historia, es la célebre frase evangélica: "los hijos de las tinieblas son más sagaces que los hijos de la luz". Lo malo, pienso a menudo, es que para justificarnos no se nos suele ocurrir otra cosa que decir (por lo menos, desde luego, pensar) cosas como esta: ¡hombre, es que la sagacidad no es una virtud evangélica!; y nos quedamos tan tranquilos.




Los sabios también "entienden" de fútbol

Estamos ya en pleno desarrollo del Campeonato Mundial de Fútbol. Estos días no es difícil escuchar todo tipo de comentarios en torno a este acontecimiento. La mayoría son de carácter técnico; los aficionados discuten tácticas y estrategias, valoran conjuntos nacionales y los comparan con adversarios considerados más o menos solventes; hacen pronósticos, no pocas veces dictados más por deseos que por datos que los autoricen, ya que, como los más "entendidos" suelen decir, en fútbol todo es posible.
En este contexto, agrada encontrar comentarios que tratan de volar algo por encima del dato inmediato de la competición, remontándose a lo que bien podríamos llamar esbozo de una filosofía del juego (en este caso del fútbol), y de su realización concreta en campeonatos internacionales periódicamente realizados.
Es el caso de unos párrafos que ya en 1985 dedicó el entonces cardenal Ratzinger al campeonato mundial, y que están recogidos en el libro titulado, Suchen, was droben ist (Buscar lo de arriba).
Resulta muy consolador poder reflexionar de la mano de un sabio sobre un acontecimiento que, sea o no de nuestro agrado, solemos todos ubicar en el terreno de lo menos-serio de nuestras vidas, siendo así que posee una dimensión que trasciende nuestra primaria frivolidad y nos puede ayudar a remontarla con sólo descubrir sus ángulos de mayor calado antropológico.
Esto dejó escrito el que hoy es Papa:

"Con su periodicidad de cuatro años, el Campeonato Mundial de Fútbol demuestra ser un acontecimiento que cautiva a cientos de millones de personas. No hay casi ningún otro acontecimiento en la tierra que alcance una repercusión de vastedad semejante. Lo que demuestra que con ello está tocándose algo radicalmente humano, y cabe preguntarse dónde se encuentra el fundamento de este poder en juego.

El pesimista dirá que es lo mismo que en la antigua Roma. La consigna de las masas rezaba panem et circenses, pan y circo. Pan y juegos son, mal que nos pese, el contenido vital de una sociedad decadente que no conoce ya objetivos más elevados. Pero aun cuando se aceptara este juicio, no sería en modo alguno suficiente.

Cabría preguntar todavía: ¿en qué estriba la fascinación del juego como para que llegue a ocupar un lugar de igual importancia que el pan? Con la vista puesta en la antigua Roma podría responderse de nuevo que el grito de pan y circo es propiamente la expresión del anhelo por la vida del paraíso, por una vida de satisfacción sin fatigas y de libertad plenamente realizada. En efecto, este es, en última instancia, el contenido del concepto de juego: un quehacer del todo libre, sin objetivo y sin obligación, y un quehacer que, además, tensa y emplea todas las fuerzas del ser humano."


Ya en el bachillerato, la pobre filosofía tiene que aguantar las protestas y los improperios de los alumnos más mediocres, azuzados casi siempre por sus muy comprensivos progenitores, que pretenden convencernos de que no vale para nada. Sin embargo, cuando tenemos la oportunidad de topar con un verdadero filósofo, nos damos cuenta de que la reflexión humana (esto es, la filosofía) cuando se practica adecuadamente, tiene la fuerza de iluminar hasta lo que, en principio, podría parecer más trivial, o, al menos, más periférico al ser humano.

martes, 15 de junio de 2010

Ley de libertad religiosa: tufo adolescente cargado de ignorancia

Ayer no lo hice porque me resultó mucho más interesante ofrecer una cita de D. Bonhoeffer sobre la necesidad de que la(s) Iglesia(s) se ocupen menos de sí mismas para poder tener solvencia a la hora de predicar el evangelio. Pero hoy sí quiero hacerlo.
Parece ser que el gobierno está ocupado en ir perfilando una ley sobre libertad religiosa que, según dicen, empezaría a ser urgente en esta España nuestra ávida, por lo visto, de efectuar la enésima transición.
No me parece mal que se legisle sobre el particular; sí me resulta ridículo que se haga con las ínfulas de quien cree descubrir un mediterráneo que la mayoría de nuestros vecinos contemplan con indiferencia y hasta cansancio histórico.
Las pocas veces que algún jerarca de la Iglesia católica ha hablado sobre esa posible ley, se ha referido a ella sin el más mínimo temor en línea de principios. Y es natural que así sea porque, aunque nadie ahora quiera reconocerlo o, por lo menos, recordarlo, fue la misma Iglesia la que propició el cambio pacífico de un sistema de privilegios a otro de básica e inteligente neutralidad, cuyo perfeccionamiento no podría molestar más que a sectarios o ignorantes.
Lo que me molesta, casi hastía, de todo esto es el insoportable tufillo adolescente que me llega de las filtraciones que van conociéndose. Se les llena la boca de referencias a la laica Francia, pero nunca quieren recordar que, por ejemplo, Miterrand, ilustre agnóstico, con gran pedigrí laico, raro era el mes que no recibía en el Elíseo al cardenal Lustiger para escucharle supongo que no sobre la marcha de la liga de fútbol. Tampoco dicen que cuando murió el mencionado cardenal, arzobispo de Paris, Sarkozy en persona y con más miembros del gabinete, presidió sus solemnes exequias en Notre Dame sin que tengamos constancia de ninguna moción de censura por semejante ataque a la laicidad. Dos botones de muestra simplemente de actitudes maduras dentro de coordenadas de una laicidad respaldadas nada menos que por la Revolución por antonomasia.
Nunca podré entender por qué esa furia (insisto, adolescente) contra el aparato simbólico de una religión que, guste o no, se ha hecho cultura y nutre pacíficamente el vivir y quehacer de numerosos ciudadanos (la inmensa mayoría) más allá incluso de sus propias opciones personales de fe. Digo mal: sí lo entiendo. Por su boca, o en sus anteproyectos, fluye un caudal de ignorancia: ni saben lo que es la religión, ni saben lo que es la fe, ni se han tomado la molestia de aprender lo que es un símbolo. Pasará el sarampión y habrá que "volver a empezar" cansinamente la reconstrucción sobre escombros innecesarios.

lunes, 14 de junio de 2010

A tiempos recios, testigos radicales

Tenía pensado ocuparme hoy del anteproyecto de ley de libertad religiosa que ayer publicaba El País, tras filtración de alguien situado en las esferas el poder. Lo dejo para otro día porque me he encontrado en el blog de la revista El Ciervo, alojado en Religión Digital, un suelto de Juan Martín Velasco, autor al que aprecio extraordinariamente, en el que cita a Dietrich Bonhoeffer, el gran teólogo evangélico alemán mártir de la barbarie nazi.
No me importa confesar que, después de la Biblia, uno de los escritores a los que más debe mi fe es precisamente Bonhoeffer, y nunca agradeceré lo suficiente a mis maestros el haberme iniciado en su conocimiento.
Nosotros que tanto hablamos y oímos hablar a tirios y troyanos sobre la iglesia, confundiéndola casi siempre con su aparato dirigente -sea para incensarlo (cuando nos es favorable), sea para denostarlo (cuando nos es contrario)- haríamos bien en escuchar con más frecuencia a cristianos radicales como Bonhoeffer que no dudaron en criticar a su iglesia (en su aparato dirigente) cuando comprobaron, no que no les daba la razón, sino que se preocupaba demasiado de sí misma con grave olvido del evangelio. Y siempre emitieron esa crítica desde la propia entrega de su vida, y nunca desde la poltrona ideológica prestada por sus admiradores.
Esta es la cita que he encontrado en J. Martín Velasco:

“Nuestra Iglesia, que durante estos años, sólo ha luchado por su propia subsistencia como si fuera una finalidad absoluta, es incapaz de erigirse ahora en portadora de la Palabra que ha de reconciliar y redimir a los hombres y al mundo. Por esta razón, las palabras antiguas han de marchitarse y enmudecer, y nuestra existencia de cristianos sólo tendrá en la actualidad dos aspectos: orar y hacer justicia entre los hombres. Todo el pensamiento, todas las palabras y toda la organización en el campo del cristianismo, han de renacer partiendo de esta oración y de esta actuación cristianas […] cada ensayo de dotarle (a nuestra Iglesia) prematuramente de un poder organizador acrecentado, no logrará sino demorar su conversión y purificación”.

Esto lo decía Bonhoeffer en tiempos todavía más difíciles que los nuestros, pero quizás no tan diferentes en el fondo; porque para el cristianismo y para la Iglesia, los tiempos siempre son recios porque exigen obedecer a Dios antes que a los hombres.


domingo, 13 de junio de 2010

Recovecos del nombramiento de un obispo

Reproduzco aquí lo que acabo de escribir interviniendo en una noticia-reportaje aparecida hoy en Religión Digital sobre el nombramiento de Mons. Munilla para la diócesis de San Sebastián; nombramiento que fue pésimamente acogido por el clero donostiarra y que trató de impedir, sin éxito, el obispo saliente -Juan Mª Uriarte- ofreciendo como alternativa a un preclaro jesuita vasco, en la actualidad secretario general de la Compañía.
Recomiendo la lectura del reportaje, que me parece plausible y, como digo, brindo mi comentario enviado a la mencionada página (RD).

"Este reportaje, cuya correspondencia con la realidad es plausible pero no evidente, deja en muy mal lugar -pésimo, a mi juicio- a Mons. Uriarte. En efecto, da la impresión de que en Roma no cuenta nada; es más, parece que le engañan como a un chino haciéndole albergar esperanzas sobre su candidato. Finalmente, nos lo presentan como un imprudente que asegura a sus curas -sin pruebas irrefutables, como se ve por el desenlace- que Munilla no irá a SS cuando la verdad es lo contrario.
La traca final que, a mi juicio, termina de hundir el prestigio de Uriarte, es la afirmación de que la propuesta de nombramiento de Munilla alcanza en la Sagrada Congregación la unanimidad. Luego no parece un capricho de Rouco, o, de serlo, se ve que el cardenal de Madrid lo argumentó de manera magistral."

Tengo la impresión de que los redactores de RD querían elogiar a Uriarte y criticar a Rouco presentándole como prepotente a la hora de nombrar obispos; si es así, se han lucido, porque el pobre ex-obispo de SS sale bastante mal parado como pongo de relieve en mi comentario.

viernes, 11 de junio de 2010

Desprecian cuanto ignoran

Me acuerdo perfectamente. Fue hace ya bastantes años. Volvía yo de la universidad en el autobús como cada día, con la molestia de las estrecheces propias de la hora punta. Esas estrecheces me hacían imposible no seguir la conversación de una pareja que volvía, como yo, de la jornada académica.
-¿Sabes, tía? La semana pasada he estado en Roma con mis viejos y mis hermanos.
-¿Y qué te ha parecido?
-Guay, de verdad; muy guay. Más de lo que esperaba.
-¿Pero os dio tiempo a ver mucho?
-Bueno, ya sabes, lo normal; lo que ve todo el mundo.
-¿Fuisteis a ver al Papa?
-Bueno, sí, claro. Yo no tenía ningún interés, pero si no vamos, ya sabes, a mi madre le da algo. Ahora, ¿sabes una cosa? Vas a flipar, tía; es que ni yo me lo creo cuando lo recuerdo ahora.
-¿A qué te refieres?
-Vas a flipar...Pues que cuando apareció el Papa me emocioné.
-¡Qué dices, tío! ¿Que te emocionaste?
-Sí, como lo oyes; no sé, fue una sensación rara, algo por dentro, no sé. Casi lloro, tía...
Esta fue la conversación. Tal cual; nada novelada, ya que su simple esquematismo me permite recordarla perfectamente.
Me ha venido a la cabeza este recuerdo de poca importancia, después de seguir ayer la visita del inefable ZP al Vaticano en la que pude apreciar una falta total de emoción, y una frialdad inducida, y mal disimulada por la sempiterna sonrisa de buenismo simplón e inútil.
Puede ser, desde luego, una impresión equivocada, pero me juego el caserío a que no; a que acierto.
Cuando la percepción de la historia se reduce a unas batallitas de buenos y malos acontecidas todo lo más en la época de nuestros abuelos; cuando los diagnósticos de filosofía de la historia le llevan a uno a afirmar (como leí yo, dicho por ZP hace ya años) que el cristianismo es el responsable de todo el retraso de la historia de occidente, visitar al Papa no puede emocionar. Se convierte en algo parecido a la visita que cursan las autoridades a los regentadores de puestos de alimentación en la innauguración de un nuevo mercado.
-¿Qué, cómo va la cosa?
-Aquí nos tiene, presidente, a luchar que no hay más remedio.
Es triste, pero es así. Ya lo dijo el sabio poeta: desprecian cuanto ignoran.
¡No vuelva!

miércoles, 9 de junio de 2010

Nazismo políticamente correcto trufado de suave cinismo

Después de escribir el post de hoy sobre los honores militares, he visitado la página "La Iglesia en la Prensa", de la que ya hablé aquí elogiosamente y que ciertamente merece la pena por la sabia mezcla de información y opinión, ésta siempre equilibrada aun sin ocultar sus preferencias en los acentos.
Allí me he encontrado esta perla que reproduzco convencido de que interesará a mis lectores tanto o más de lo que me ha interesado (y admirado) a mí:

"Hace unos días, la televisión británica Channel 4 emitió un anuncio que concluía con esta frase: “si tienes un retraso menstrual, podrías estar embarazada; si estás embarazada y no sabes qué hacer, Marie Stopes International te puede ayudar”. En honor a la transparencia informativa, que se exige a la publicidad, habría que añadir que la única ayuda que ofrece esta “non profit” es el aborto. Aunque no se dice en el anuncio, basta visitar la página web de Marie Stopes International para comprobar su finalidad. Allí se puede leer también el orgullo institucional por esta campaña de marketing, pues se trata de “la primera vez que la televisión emite un anuncio para embarazos no planificados y servicios de asesoramiento de aborto”.

Junto a este silencio, otra sorpresa es que esta “non profit” resulta bastante “profit”. Su “core business” es el aborto (practica 65 mil al año en Gran Bretaña). Sus ingresos ascienden a los cien millones de libras esterlinas al año (treinta de los cuales proceden de fondos públicos). No está claro cuántos trabajan voluntariamente. Sí se tienen datos de que uno de sus directivos recibe un sueldo anual de 210 mil libras, mientras que otros veintidós empleados llegan a las 60 mil (el sueldo medio en Gran Bretaña ronda las 25 mil libras). Es difícil verlo de otro modo: son dineros de la industria del aborto.

Resulta particularmente llamativo que esta institución enarbole la figura de un personaje -Marie Stopes- que teorizó el concepto de purificación de la raza, que era entusiasta del Tercer Reich y particularmente devota de Hitler, y que desheredó a su hijo porque se casó con una... miope. Decía hace un par de años Gerard Warner que “a Maria Stopes se le perdona su racismo eugenésico porque era anti-life”. Incluso el mítico servicio postal de su majestad le dedicó un sello. Suena todo muy raro, ¿no?"

Impresionante noticia. Tal vez alguno piense: no estamos tan mal. Lamentablemente habría que contestarle: al paso que vamos de cinismo autocomplaciente, todo se andará. Ojalá no.

Honores militares: ridícula furia adolescente

Entro en este asunto, lo confieso, con una cierta pereza, casi hastío; pero creo que no está mal que haga un comentario, ya que, desde esta ventana siempre abierta, asuntos como éste se ven con todo lujo de detalles.
Me refiero a las nuevas disposiciones del ministerio de defensa con respecto a los honores militares que deben o no rendirse en diversas circunstancias, y que por lo visto, se han estrenado con la fiesta del Corpus de Toledo.
Empecemos por una cuestión previa, digamos, de oportunidad. Recuerdo que hace ya años, la justicia determinó que se debía detener a un célebre empresario por delitos de lo que fuere. Pues bien, a la policía -probablemente siguiendo órdenes- no se le ocurrió un momento más "oportuno" para realizar la detención que la tarde del día de nochebuena. Evidentemente, nadie protestó por el hecho de la detención que jurídicamente era firme, pero sí por la oportunidad de hacerlo en el momento tal vez menos humano del año.
Pues en esto de las ordenanzas militares, cabe decir algo parecido. ¿No hay en todo el año un momento más oportuno para realizar el cambio, que las vísperas de una fiesta religiosa en la que destaca, precisamente, y desde hace siglos, el despliegue de esos honores militares que en adelante se piensan retirar? Parecería que no.
La impresión, sin embargo, es de estar ante un nuevo "trágala" que no deje lugar a dudas de las convicciones laicistas de los actuales responsables de la gestión de la cosa pública que se proponen liberar a los pobres españoles de ataduras ancestrales de las que ni siquiera ellos mismos son conscientes.
Vayamos al fondo del asunto. ¿Pueden los responsables de una procesión religiosa de creyentes que quieren manifestar por las calles su fe portando sus símbolos sagrados, exigir o, más simplemente, pedir que destacamentos militares les rindan honores de ordenanza? En linea de principio, parece evidente que no; ni pueden, ni deben. Y añado: ni hoy por hoy se le ocurriría a ninguno de ellos hacerlo.
¿Piensa alguien que, pongamos por caso, en un barrio de nueva creación, llegada la fiesta del patrón o patrona, el párroco va a dirigirse a la instancia militar pidiéndole que mande a soldados con uniforme de gala a rendir honores al santo(a) que corresponda? ¡Por favor!
Ahora bien, ¿es éste el caso del Corpus de Toledo? Es evidente que no; y un sencillo vistazo a la historia arroja luz suficiente para aclarar posibles dudas que pudieran plantearse legítimamente en el terreno de los principios en estado puro.
Pero ocurre que a los laicistas les puede el pánico. En efecto, tienen pánico a contaminarse. Pues bien, ese miedo de los laicistas a "contaminarse" al contacto de lo religioso (sobre todo, de lo religioso católico), revela varias lacras:
- ignorancia histórica, en este caso, más que evidente.
- falta total de generosidad y "simpatía" ( o "empatía") ciudadana, respetuosa con los símbolos y las fiestas de los otros (que no son "los míos").
- desconocimiento total de los sentimientos del pueblo al que dicen servir.
- comprensión muy infantil, peor, adolescente del verdadero y profundísimo significado de lo laico.
En fin, un desastre. Nada peor, sin embargo, que responder con agresividad a este cúmulo de despropósitos. La mejor salida: resistir sin rebajar un ápice el nivel de nuestro desprecio.

martes, 8 de junio de 2010

La (¿funesta?) manía de fundar

Leo hoy en los blogs que comentan a diario la actualidad de la Iglesia, que ha dimitido el superior mayor y fundador del Instituto del Verbo Encarnado.
Reconozco que no podría hablar ni un minuto sobre este Instituto del que he oído, o sobre el que he leído algo, en no más de un par de ocasiones.
Parece ser que la dimisión, presentada como fruto de la edad y de la salud, puede llevar "bicho", es decir, que posiblemente anuncia turbulencias no resueltas que, según algunos, podrían darnos, si no un disgusto (tipo Maciel), al menos sí un buen susto.
Mirando por mi ventana, me pongo a pensar en algo que no es la primera vez que medito: la para mí excesiva proliferación de fundadores y fundadoras de todo tipo de institutos, congregaciones y órdenes a lo largo de la historia del cristianismo, algunas de ellas realmente geniales, y la mayoría perfectamente prescindibles cuando no, encima, problemáticas.
Es verdad que el Espíritu Santo sopla donde y como quiere, y que nadie somos quién para decirle a quién y cuándo debe inspirar la fundación del grupo que sea; pero como quiera que el criterio evangélico -"por sus frutos los conoceréis"- además de meridianamente claro es de obligada aplicación, uno tiende a pensar que esta proliferación de fundaciones se debe probablemente más al estricto quehacer de la humana imaginación o/y vanidad, que al impulso del Espíritu Santo.
Contrasta con esta "(funesta) manía de fundar", la sencillez procedimental del mismísimo Jesucristo. Efectivamente, cuando de Él decimos que "fundó" la Iglesia, nos estamos refiriendo a una actividad que poco tiene que ver con lo que hacemos los humanos cuando nos ponemos a ello. Porque como dice san Agustín de una manera insuperable, es del costado de Cristo herido por la lanza en la cruz, de donde nace la Iglesia y sus señas de identidad, los sacramentos.
O sea: que los cristianos no somos fundados, sino engendrados. Nacemos de un acto de amor y entrega sin precedentes. Por eso, la Iglesia se parece más a una criatura viva que a una sociedad, pongamos por caso, mercantil. De ahí, por ejemplo, su extrema fragilidad. Interesantes e importantes matices, creo yo.

lunes, 7 de junio de 2010

El Papa en Chipre: a ti te lo digo Juan...

Del viernes 4 al domingo 6 de este mes, el Papa BXVI ha estado en Chipre. Justamente esos mismos días he estado yo fuera de mi lugar habitual de trabajo, por lo que, a pesar de las facilidades que existen hoy día para no desconectarse, he preferido aislarme un tanto y no he seguido prácticamente la peregrinación papal.
Una verdadera peregrinación, como suelen ser los viajes de los papas, porque pretenden un fin religioso de encuentro con las comunidades cristianas y con otros grupos sociales preocupados como aquellas por la búsqueda del bien común, de la justicia y de la paz.
En esta ocasión, BXVI ha sido especialmente audaz escogiendo la isla de Chipre, uno de esos "escaparates" mundiales de la dificultad que entraña la convivencia étnico-religiosa, porque, además de lo dicho, al interior mismo del cristianismo, Chipre presenta un rostro de especial debilidad -desde luego, numérica, pero no sólo- del catolicismo del que el papa es supremo pastor.
Entre discursos, homilías y una conversación con los periodistas en el avión, he contabilizado doce intervenciones del pontífice en poco más de cuarenta y ocho horas. No está mal.
Por su interés más allá del ámbito estrictamente religioso, reproduzco unos párrafos de su discurso ante las autoridades políticas y representantes diplomáticos.
Evidentemente, no lo harán, pero si lo hicieran, ¡cuánto fruto sacarían nuestros políticos leyendo unas consideraciones tan sencillas como profundas de inmediata aplicación a su quehacer cotidiano, marcado desgraciadamente por corrupciones varias, entre ellas la más importante, a mi juicio, la corrupción intelectual, es decir, la carencia -consentida- de ideas iluminadoras de su actividad! Este es el extracto que he elegido:

"Pero ¿qué significa en términos prácticos respetar y promover la verdad moral en el mundo de la política y la diplomacia, en los planos nacional e internacional? ¿Cómo puede la búsqueda de la verdad lograr una mayor armonía en las regiones atribuladas de la Tierra? Yo sugeriría que se puede hacer de tres maneras.

En primer lugar, la promoción de la verdad moral significa actuar con responsabilidad sobre la base del conocimiento de los hechos. Como diplomáticos, sabéis por experiencia que ese conocimiento os ayuda a identificar las injusticias y agravios, a fin de examinar desapasionadamente las preocupaciones de todos los involucrados en un conflicto determinado. Cuando los partidos se elevan por encima de su propia visión particular de los acontecimientos, adquieren una visión objetiva y completa. Aquellos que son llamados a resolver estas disputas son capaces de tomar decisiones justas y promover la reconciliación genuina cuando captan y reconocen la plena verdad de una cuestión específica.

Una segunda manera de promover la verdad moral consiste en la deconstrucción de las ideologías políticas que quieren suplantar a la verdad. Las trágicas experiencias del siglo XX han puesto al descubierto la falta de humanidad que se deriva de la supresión de la verdad y la dignidad humana. En nuestros días, estamos siendo testigos de los intentos de promover supuestos valores con el pretexto de la paz, del desarrollo y de los derechos humanos. En este sentido, hablando ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, llamé la atención sobre los intentos de algunos sectores de reinterpretar la Declaración Universal de los Derechos Humanos para dar satisfacción a intereses particulares que podrían comprometer la unidad interna de la Declaración y alejarla de su propósito original.

En tercer lugar, la promoción de la verdad moral en la vida pública exige un esfuerzo constante en basar el derecho positivo en los principios éticos de la ley natural. El recurso a esta última fue una vez considerado evidente, pero la marea del positivismo en la teoría jurídica contemporánea requiere la actualización de este axioma importante. Los individuos, las comunidades y los Estados, sin la guía de verdades objetivamente morales, se convertirían en egoístas y sin escrúpulos, y el mundo sería un lugar más peligroso para vivir. Por otra parte, respetando los derechos las personas y pueblos, se protege y promueve la dignidad humana. Cuando las políticas que apoyamos se promulgan en armonía con la ley natural propia de nuestra humanidad común, nuestras acciones se vuelven más sólidas y conducen a un ambiente de comprensión, justicia y paz."



jueves, 3 de junio de 2010

Un pasado vivo para que no se nos muera el presente

En el post del 26 de Mayo que dediqué a las relaciones entre las Iglesias de Roma y Moscú, terminaba haciendo referencia a la reflexión que sobre la Tradición aportaba en un reciente documento o alocución el patriarca Kiril de Moscú. Prometía volver sobre el asunto. Pues aquí estoy.
La referencia a la Tradición, una realidad imprescindible en el discurso teológico católico, y no digamos en el ortodoxo, se ha ido convirtiendo en algo entre maldito y tabú en muchos medios católicos obsesionados por el cambio, por el futuro, por el progreso, o por eso que llaman la "transformación" de la historia, y grandezas por el estilo.
Son muchos, tal vez simplemente bastantes, los que con la mejor voluntad, han ido sucumbiendo durante estos años -básicamente a partir del Concilio- a ese delirio arrasador de cualquier vestigio de lo "tradicional" (es decir, de aquello que es deudor de la Tradición) en la vida o praxis de la(s) iglesia(s), guiados por algunos falsos intelectuales, y en realidad ilustres ignorantes, que estigmatizaban, y siguen haciéndolo, como equivalente de la caverna, de la vuelta a un pasado oscurantista y opresor contrario al evangelio y al mismísimo Jesús de Nazaret, todo lo que nos vinculara con ese sedimento precioso de la Historia.
No se daban cuenta, no se la dan, esos sofistas de que una sencilla distinción podría librarles de tanta confusión y reconciliarles con la verdad: la buena, la que tiene una real capacidad de liberación.
Para no meterme yo a teorizar sobre asunto tan importante que no carece, desde luego, de complejidad, he preferido transcribir unas sencillas afirmaciones de un sabio, Jaroslav Pelikan, cuya peripecia vital le llevó a peregrinar desde su luteranismo de nacimiento a la Iglesia ortodoxa en cuyo seno murió hace muy pocos años (2006).
Precisamente fue, sobre todo, su estudio -gigantesco- de la Tradición lo que le acreditó mundialmente como un estudioso de primerísima división.

"La Tradición es la fe viva de los muertos; el Tradicionalismo es la fe muerta de los vivos. La Tradición vive en constante diálogo con el pasado al tiempo que (nos) recuerda dónde estamos, cuándo, y que somos nosotros los que tenemos que decidir. El Tradicionalismo supone que jamás hay que hacer algo por primera vez, porque todo lo que hay que hacer para resolver cualquier problema, es referirse simplemente al testimonio supuestamente homogéneo de una tradición determinada".

No resultaría difícil, creo yo, recomponer el enfoque de los problemas de nuestras iglesias hoy, dejándose iluminar por la luz que nos ofrecen estos sabios.

martes, 1 de junio de 2010

Algo más que poesía: Rainer Maria Rilke

Una de las mejores cosas que le pueden pasar a uno en la vida, es tener un buen bachillerato con profesores de calidad. Yo tuve esa suerte, y la prueba es que, después de tantos años, mantengo vivos muchos recuerdos de aquellas clases y de aquellos profesores; y no me refiero a recuerdos anecdóticos, que también, sino a recuerdos de contenidos: cosas que aprendí bajo su dirección y que nunca se han olvidado.
Me viene esto a la cabeza porque uno de los profesores de literatura que tuve, nos enseñó a descubrir y disfrutar de un poeta -Rainer Maria Rilke- que ya entonces me impresionó (en las excelentes traducciones de José Mª Valverde), y sobre el que vuelvo con menos frecuencia, lo reconozco, de lo que debiera.
Cuando el viernes pasado visité la feria del Libro, como ya conté en un post, descubrí (debería decir mejor: me descubrió) una edición de la editorial Trotta en su colección Mínima con una selección de cuarenta y nueve poemas de RMR.
Por casualidad, mientras pagaba, abrí por la página 45:

"No puedes esperar que vaya Dios a ti
para decirte: Existo.
Un Dios que revelara su fuerza
no tendría sentido.
Debes saber que Dios te atraviesa
como un soplo, desde el origen.
Y si arde tu corazón y nada expresa,
entonces es que actúa dentro de ti."
(Para festejarme, 1899)

Me gusta mucho esta teología, como tímida o balbuciente, respetuosa y provocativa a un tiempo, sugerente y relajante, con la bruma de la poesía a cuestas, desafiando no la racionalidad, sino ese racionalismo impertinente que nos sofoca con frecuencia.
Me gusta. Volveré sobre RMR.