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lunes, 14 de marzo de 2011

Chirigota con agradable sorpresa

Nunca me han hecho excesiva gracia las célebres “chirigotas” del carnaval de Cádiz. Es verdad que no la suelo seguir cuando cada año por estas fechas nos dan cuenta de ellas en los medios de comunicación.

Supongo que esta distancia emocional mía hacia este género humorístico se debe, sencillamente, a que no he nacido allí donde tienen su asentamiento, lo que me impide una empatía suficiente que probablemente sí tendría de ser yo gaditano.

Sea de ello lo que fuere, me ha resultado muy llamativo, y reconozco que me ha agradado sobremanera, enterarme de que este año uno de los grupos carnavaleros, el grupo llamado ‘Los defensores de Luis’ ha ofrecido una chirigota cuya letra –cosa insólita, que yo sepa- hace una defensa rotunda y no carente de talento de esa fauna que tan molesta empieza resultar en muchos ambientes que somos los creyentes. He encontrado la referencia en Infocatolica.com que, a su vez la toma de Religión confidencial. La letra de la ‘chirigota’ de "Los defensores de Luis" dice así:

“Cada vez que digo que yo soy creyente / aparece algún valiente que me juzga, / con la voz cobarde del intransigente / que surge siempre de la censura. / Esos que presumen ser inteligentes / y van buscando su razón en la incultura / porque no entienden que la fe me haga más fuerte / que simplemente es un invento de los curas / que surge nada más, que surge por el miedo hacia la muerte.

¿Y a quién se ofende si le doy gracias a Dios? / ¿Y a quién se ofende si le pido protección? / ¿qué más me da quien me comprende / si el creer me hace más fuerte y me hace ser mejor persona. / Si a Dios lo encuentro solamente en el amor / y no en las manos indecentes que se justifican si “adoran” / y en las manos pederastas ni de aquellos que mataran y juraran en Su nombre.

Dios está en las manos del que ayuda, del que no pregunta nunca / y que perdona los errores. / Ése es el Dios que me llena / ése es el Dios que ilumina / y si en el mismo día en que me muera, / compruebo de verdad que no existiera / la misma fe que muchos tirarían / si me hizo ser feliz toda mi vida / ya me ha valido la pena / ya me ha valido la pena.”

Nos queda la ironía...(algo es algo)

Reproduzco un amplio fragmento de la columna que publica hoy en ABC Juan Manuel de Prada. Como puede verse -y por eso la quiero compartir con mis lectores- el célebre escritor une en ella un fondo lleno de ironía y humor a una forma literaria deliciosa, hasta el punto de que, después de leerla, uno tiene la impresión de que está escrita de un tirón y de que probablemente cualquiera podría escribir algo parecido sin especial dificultad. Lo primero, no lo sé; pero lo segundo tengo la convicción de que es rotundamente falso. Disfruten fondo y forma:

“…A Zapatero sus conmilitones lo han convertirlo en un jarrón chino antes de que deje de ser presidente; pero no en un jarrón de la dinastía Ming, sino en un jarrón comprado en el chino, cuya proximidad los abochorna, como al advenedizo abochorna que sus amistades más esnobs sepan que su madre pueblerina lo sigue surtiendo de chorizos por cada matanza. Y ahora los vemos a todos tratando de escurrir el bulto, para que no los retraten con el jarrón comprado en el chino que en otro tiempo lucían orgullosos en el vestíbulo de su casa. Zapatero, que durante un tiempo ya lejano presumió de «baraka», invulnerable a los infortunios que suelen acechar al poderoso, se ha convertido para sus propios conmilitones en una mezcla de leproso y baldragas con halitosis; o en algo todavía peor, un gafe que todo lo malogra con sus proximidad cenicienta. Si viviera aquel profesor Genaro Occhipinti, doctor en Ciencias Ocultas, al que tantas veces se encomendó el añorado maestro Campmany, podría haber hecho su agosto recetando ensalmos repelentes a los socialistas que desean mantener alejado de sus feudos a este jarrón comprado en el chino al que en otro tiempo se abrazaban como los borrachos se abrazan a las farolas, mientras el culo se les hacía pepsicola.

¿Y cómo vivirá Zapatero que los aduladores de antaño le hagan ahora el cordón sanitario? Quienes lo conocen bien, aseguran que el resentimiento es el rasgo constitutivo de su carácter; y afirman que, si la fortuna le brindare ocasión de resarcirse (lo que cada vez parece más improbable), lo hará sañudamente. Entretanto, como el jarrón comprado en el chino al que relegan al desván sombrío, y aún guarda un resto de pundonor herido para prometer que seguirá contribuyendo al lustre del hogar desde el nuevo puesto que le han adjudicado, ha dicho mohíno:

—A mí ya me han juzgado en otras ocasiones. Ahora voy a tratar de que a los compañeros les vaya lo mejor posible, y les voy a dar todo mi apoyo.

Frase que, bajo su fachada afable, esconde unos sótanos de bilis retenida que dan pavor. Lo que quizá los conmilitones de Zapatero ignoran es que a los jarrones comprados en el chino, a diferencia de los jarrones de la dinastía Ming, que son muy delicados y quebradizos, no basta con pegarles una patada para hacerlos añicos. Como están fabricados con policarbonato, resultan irrompibles; y aguardan, pacientes, el momento en que, tras el terremoto que hará añicos el resto de la loza, vuelvan a lucir en el vestíbulo desolado, orgullosos de su ordinariez plebeya.”

sábado, 12 de marzo de 2011

Comprender a fondo la hostilidad frente a la religión

Las lamentables actuaciones de algunos grupúsculos de gamberros, autoproclamados izquierdistas, en las capillas, ayer de la Complutense, y hace algunas semanas de alguna facultad de Valladolid y de Barcelona, junto a la preocupante tibieza de las respectivas autoridades académicas, me llevan a reproducir íntegro el artículo publicado hoy en libertaddigital.es y firmado por GEES (Grupo de Estudios Estratégicos) cuyas aportaciones a la reflexión sobre los problemas que nos acucian suelen ser, a mi juicio, de notable valor y calidad.

“En la historia de Europa, todas las manifestaciones de persecución religiosa han tenido tres características: en primer lugar, han comenzado justificándose mediante la apelación a la Ilustración, a la razón o al progreso, señalando a las creencias religiosas como rémoras del pasado incompatibles con la modernidad. El avance en términos de tolerancia justificaría así la intolerancia ante los cristianos: es la política que mantiene, por ejemplo en España el Gobierno de Zapatero, que ha ido más lejos que cualquier izquierda europea en ello. Paradójicamente, en el mundo musulmán, el radicalismo islamista persigue con igual intolerancia al cristianismo por lo contrario: por considerarlo representante de la modernidad. En suelo europeo, en el arrinconamiento cristiano ambos, islamismo e izquierdismo, colaboran activamente.

En segundo lugar, en Europa la persecución se ha llevado acabo con la excusa de que la religión no debe inmiscuirse en la sociedad. Los grandes totalitarismos del siglo XX, el socialista y el nacionalsocialista, consideraban que ninguna creencia ni ninguna regla de la conciencia debían situarse por encima de la sociedad y de sus instituciones. Puesto que toda religión implica por definición una vertiente social, el arrinconamiento y persecución de judíos o cristianos se vuelve infinito: en la medida en que exista un solo creyente, existirá el peligro de que la conciencia se vuelve contestataria. La misma paranoia contra los cristianos es la que lleva a los islamistas, desde Pakistán hasta Egipto, a perseguir a esta minoría hasta buscar su aniquilación: el caso de Mosul en Irak muestra a las claras esta salvaje estrategia. Es significativo el silencio que las elites laicistas europeas mantienen respecto a esta vulneración de los derechos humanos; simplemente el islamismo acaba con coches bomba con lo que el laicismo trata de acabar legislando desde el poder político.

En tercer lugar, la persecución religiosa en Europa ha comenzado siempre con burlas hacia los creyentes y sus convicciones por parte de grupos radicales, burlas amparadas por una legislación cada vez más rigorista con las prácticas cristianas. Es habitual que ambas cosas corran paralelas: determinados grupos radicales ridiculizan las prácticas religiosas –sea en televisiones y medios de comunicación o en acciones y raids contra los lugares de culto que vulneran la libertad religiosa–, contando con el amparo del poder ejecutivo que en vez de perseguir unas prácticas que atentan contra la libertad religiosa, las ampara y justifica con leyes de progresivo arrinconamiento del hecho religioso. Punto este en el que, sin embargo, el islam moderado resulta más comprensivo que el izquierdismo europeo.

Lo particular de la persecución religiosa en Europa es que la izquierda promueve y alimenta la exclusión del cristianismo de la vida pública, colaborando con ello con el islamismo en el continente. Sin embargo, en último extremo, éste es aún más agresivo con el materialismo que representa la izquierda postmoderna que con el cristianismo en cualquiera de sus variables. ¿Cree la izquierda, tanto la bienpensante como la radical que ridiculiza a los creyentes, ataca a Benedicto XVI y defiende el modo de islamización a lo Erdogán como un modelo deseable, que el islamismo la respetará una vez le haya hecho el trabajo sucio?”

Testimonios que dan que pensar

Leo hoy en La-Croix que se encuentra estos días en Roma el genial actor americano Anthony Hopkins promocionando su película The Rite, en la que interpreta el papel de un joven sacerdote exorcista, de prácticas, por lo visto, poco ortodoxas.

El periódico francés le hace una interesante entrevista en la que, después de alguna breve referencia a sus dudas sobre la existencia real del demonio, aparece el párrafo que he traducido y que transcribo a continuación para los lectores de este blog porque lo he encontrado de interés.

Con frecuencia –y diría que cada día más- aprecio los testimonios personales como el presente bastante más que las sofisticadas y plúmbeas reflexiones que nos ofrecen algunos aprendices de filósofos, bien en pretenciosas columnas de periódicos, bien en libritos de autoayuda que proliferan en estanterías de grandes superficies.*

* “-¿Cree usted en Dios?

* Durante mucho tiempo no he creído ni en Dios ni en el diablo. Mi padre era ateo. Hoy en día, yo ya no lo soy, aunque no soy ni católico, ni protestante. No tengo iglesia.

* -¿Qué es lo que le llevó a creer?

* Hace muchos años, en 1973, estaba yo en Jerusalem. Iba recorriendo la Via Dolorosa camino del Santo Sepulcro. Vi rezar a unas religiosas. Allí experimenté el sentimiento de algo más grande; la sensación de que algo estaba cambiando en mí. Y comencé a interrogarme sobre mis convicciones.

* Después, leí el libro de Viktor Frankl, un psicólogo judío, logoterapeuta de renombre, que había sobrevivido a campos de concentración, haciendo frente a sufrimientos terribles. Él aprendió en esos momentos de crisis terrible que el poder mayor del hombre es el perdón.

* Algunos años después, yo viví mi propia crisis personal. Era joven y dependiente del alcohol. En algún momento llegué a estar desesperado…y me planteé acabar con mi vida. En ese momento tuve de nuevo el sentimiento de que había en mí algo mucho más grande, mucho más misericordioso. Y evidentemente cambió el curso de mi vida.”

De De modo que, pienso yo, podríamos decir algo así como que la fuerza del hombre reside precisamente en lo que aparentemente es su mayor debilidad y despojamiento: la renuncia al rencor y la venganza y la entrega a la misericordia y el perdón. ¿No es curiosamente esa la dinámica de la redención tal como la entiende el cristianismo? Curiosa coincidencia de la psicología con la teología, o viceversa.



* http://www.la-croix.com/img/la-croix/commun/pix_trans.gif

viernes, 11 de marzo de 2011

Nuevo libro del Papa: nueva oportunidad para la reflexión

Es una casualidad que celebro el que, con motivo de la aparición del segundo volumen del Jesús de Nazaret escrito por Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, el mismo autor del que reproduje unos párrafos en mi post anterior, Rafael Aguirre, haya escrito una primera y breve reseña de esta importante obra sobre la que probablemente convendrá volver más adelante.
Como ya dije, Rafael Aguirre es un notable estudioso de los orígenes del cristianismo, de cuyo arranque último, como es obvio, es responsable precisamente ese personaje de nuestra historia conocido como Jesús de Nazaret.
Por ello, y porque estos días no pocos ciudadanos tendrán ocasión de leer o escuchar valoraciones sobre la publicación y el contenido de este libro no siempre equilibradas, o mas simplemente, ajustadas desde un punto de vista, digamos, académico, creo que puede ser un buen primer paso escuchar a este experto en lo que es su primera valoración, de carácter general naturalmente, del estudio del papa Ratzinger. He aquí un pequeño extracto que no necesito subrayar que comparto plenamente:

"...El nuevo libro, que acaba de aparecer, abarca desde la entrada de Jesús en Jerusalén hasta su muerte y resurrección. Este período obliga al autor a afrontar problemas históricos y teológicos especialmente delicados: las razones de la crucifixión de Jesús y sus responsables últimos; cómo encaró Jesús su muerte; su relación con el Templo y con el culto; el papel de los discípulos y de las mujeres; qué se entiende por resurrección y su relación con la historia.

El primer libro marcó ya el género literario al que, según todos los indicios, se acomoda este segundo. Ratzinger conoce la investigación histórica, pero pretende ir más allá y realizar una reflexión teológica y espiritual sobre su vida, contemplar el pasado con los ojos de la fe y mostrar su sentido en el presente. La obra de Ratzinger-Benedicto XVI sobre Jesús es un estudio muy bello, que refleja la sensibilidad del autor y subraya unos aspectos más que otros, y deja inevitablemente un espacio amplio para visiones complementarias y para subrayados diferentes.

El estudio del pasado es históricamente inacabable, y el misterio de Dios inefable. Y hay una cuestión no menor: creo que la expectación causada por el libro no se debe sólo, ni en primer lugar, a quién es su autor, sino al tema que aborda. Jesús de Nazaret interesa y, además, tiene buena prensa. No se puede decir lo mismo de la Iglesia en Europa y, especialmente, en España. Es encomiable que Ratzinger presente una visión de Jesús desde la fe de la Iglesia. El gran reto es que esa Iglesia se deje cuestionar por el Jesús al que mira, y no sofoque su fuerza de innovación y libertad".

martes, 8 de marzo de 2011

Las amargas y funestas secuelas del terrorismo de Eta

Acabo de leer en Religión digital una entrevista con Rafael Aguirre, un estudioso del Nuevo Testamento, Evangelios, y más en concreto todavía, de los orígenes del cristianismo de primera categoría.
En la mencionada entrevista presenta su último libro titulado "Así empezó el cristianismo" que promete ser, como todo lo que escribe, además de científicamente riguroso, de lectura sumamente interesante, y para algunos, sin duda, hasta apasionante.
Pero no es esta faceta de investigador del profesor Aguirre la que me interesa comentar en este post. Rafael Aguirre es un sacerdote vasco que ha vivido y sigue viviendo en su tierra, y que no ha permanecido encerrado en una torre de marfil ajeno al drama diario que ha vivido esa sociedad, y por extensión, toda España, desde hace ya medio siglo: una violencia, contemplada en un principio casi como un juego de jóvenes cachorros aspirantes a libertadores y salvadores de todas las patrias, que ha terminado convirtiéndose en un cáncer de casi imposible extirpación, en una auténtica pesadilla.
Aguirre no ha renunciado nunca a un doble compromiso: el del intelectual que estudia las fuentes escritas del cristianismo, y el del sacerdote que comparte la peripecia vital de sus hermanos tratando de iluminarla desde su condición de hombre cualificado en la iglesia como pastor.
Por eso no han sido infrecuentes sus referencias, en entrevistas y artículos (suele colaborar con frecuencia en El Correo), a la situación sociopolítica del País Vasco marcada trágicamente por la violencia terrorista y por el auge y consolidación del virus del nacionalismo.
Creo que puede resultar muy interesante a los lectores de este modesto blog, leer lo que sobre todo esto dice en los párrafos finales de la entrevista a que he aludido. Los transcribo tal cual esperando que los disfruten. Se agradece su lucidez, ¿verdad?

"Creo que estamos asistiendo al final del terrorismo, y creo que ha sido debido a la intervención del Estado de Derecho sin complejos, sin concesiones políticas. Lo cual me parece enormemente positivo. La Iglesia ha tenido sus luces y sus sombras en estos años, pero hay una labor que compete a toda la sociedad civil y también a la Iglesia vasca: la deslegitimación de ETA. ETA esta derrotada, pero hay que deslegitimar la ideología de ETA.

ETA responde a una ideología idolátrica, fanática, que obnubilaba las mentes, se erigía en lo absoluto. La Iglesia tendría que haber sido mucho más enérgica y lúcida a la hora de denunciar la ideología que estaba detrás de ETA. No sólo condenar los atentados, sino también denunciar la ideología. Cuando el terrorismo desaparece, la ideología no lo hace de la noche a la mañana. No podemos pensar en una sociedad vasca que haga borrón y cuenta nueva y viva como si ETA nunca hubiera existido. No. La deslegitimación ética de ETA va a suponer una operación de recuperación y regeneración moral y cultural de la sociedad vasca que va a llevar mucho tiempo. Ahí la Iglesia tiene una labor muy importante que realizar. Así como digo que tiene que renunciar a mediaciones o intermediaciones, su papel específico es contribuir a la regeneración moral, social y cultural de la sociedad vasca, y contribuir a la deslegitimación de lo que ha supuesto y todavía hoy supone ETA".