Mi lista de blogs

martes, 15 de enero de 2013

PARÍS: UNA MANIFESTACIÓN Y UNA LECCIÓN

Por su gran interés, y porque estoy totalmente de acuerdo con su contenido, reproduzco para los lectores de éste, la entrada que el responsable del blog "La Iglesia en la prensa" publica hoy a propósito de la multitudinaria manifestación que el pasado domingo llenó las calles de París para llamar la atención de la sociedad francesa y de su actual gobierno sobre el disparate que supondría modificar la ley que ahora protege la unión civil de parejas del mismo sexo, transformándola en otra de "marriage pour tous" (matrimonio para todos), lo que supone el reconocimiento legal de esas uniones homosexuales como matrimonios en pie de igualdad con la unión de hombre y mujer que desde tiempos inmemoriales ha monopolizado el estatuto de matrimonio.
Después de ver la experiencia francesa del domingo de la que da cuenta la cita del blog amigo que transcribo, sólo quiero añadir de mi cosecha un apunte en esta concreta dirección: me provoca una sana envidia la capacidad de nuestros vecinos para organizar y encauzar una manifestación cuyo contenido comparten colectivos de muy diversa procedencia ideológica, logrando que el resultado final no se vea empañado por salidas de tono particulares, ni se frustre por protagonismos de ningún signo que ciertamente hubieran desvirtuado el conjunto de la reclamación social desprestigiándola ante sus adversarios.


"La manifestación de París: hacía falta un poco de racionalismo francés
La gran manifestación en París a favor del matrimonio entre hombre y mujer ha tenido algunos elementos notables: no se ha politizado, ni tampoco “confesionalizado” religiosamente; no ha habido estridencias ni salidas de tono; ha sido más “a favor” que “contra” (aunque la motivación fue oponerse al proyecto de matrimonio gay aprobado por el presidente Hollande, que pasará al parlamento el 29 de enero). Y sobre todo, ha sido multitudinaria: han participado muchos más de los 60 mil –según la policía-, o 150 mil– según los organizadores-, que se manifestaron el pasado 16 de diciembre a favor del matrimonio homosexual. La de ayer ha sido, de hecho, la mayor manifestación celebrada en Francia en los últimos treinta años. (La anterior, celebrada en 1984, fue a favor de la escuela libre).
“Un padre, una madre, es elemental”, decía uno de los eslóganes. Pienso, en efecto, que hacía falta esta dosis de racionalidad francesa para despertar del hechizo de la propaganda y volver a pisar tierra. Si se piensa con calma en la campaña a favor de la “marriage equality”, presentada como una batalla por los derechos civiles, se ve la falta de lógica. Además, es una campaña por algo en lo que los gays tradicionalmente no han estado interesados (su lucha, al contrario, era precisamente librarse de esos corsés), apoyados por gente a la que no les interesa el matrimonio. 
El gobierno francés está sorprendido por la resistencia social al matrimonio gay, incluso entre representantes de las mismas filas socialistas. Para buena parte de los ciudadanos, el proyecto aprobado por el Gobierno, que equipara las parejas gay al matrimonio heterosexual y reconoce la adopción a favor de homosexuales, habría requerido un auténtico debate social, algo que el actual presidente había prometido, pero que parece haber olvidado. De momento, vale la pena quedarse con las dosis de realismo mostradas, entre otros, por Virgine Merle, una de las promotoras de la manifestación, más conocida como Frigide Barjot. Esta humorista francesa, que no está en contra de que las parejas homosexuales tengan un status legal (como existe ya en Francia), pone de relieve que “el problema no es la homosexualidad, sino la filiación humana”, ya que un niño necesita tener acceso a sus padres biológicos".

domingo, 13 de enero de 2013

FRANCO NO FUE UN IDEÓLOGO

En una entrevista, tan larga como interesante, que aparece hoy en el diario ABC (versión digital), sobre su última novela "Me hallará la muerte", el escritor Juan Manuel de Prada pasa revista a no pocos asuntos que la propia trama de su relato suscita y que se refieren a problemas tanto históricos como políticos y filosóficos.
Me ha llamado especialmente la atención un párrafo en el que De Prada, a una pregunta sobre su visión de Franco -personaje, en último término relacionado con la trama de su novela- hace una descripción-valoración del General que merece la pena leer porque de forma muy sintética y con una gran claridad ayuda a poner en su sitio, descartándolas, interpretaciones demasiado sumarias y simplistas que siguen teniendo vigencia desgraciadamente en amplios círculos de personas, incluso, que se consideran con un buen nivel cultural.
No es que yo crea que el escritor descubre algún mediterráneo interpretativo, pero aprecio su acierto al resumir en un solo párrafo lo que a otros les llevaría probablemente varias páginas. Ofrezco a los lectores de este blog la respuesta de De Prada a la pregunta concreta de si cree que Franco era un fascista:


"Yo creo que Franco era un militar, y me atrevería a decir que veía con buenos ojos la República; el tiene una preocupación por mantenerse leal a la República durante muchos años. Era un hombre que tenía grandes dotes de mando en el ámbito castrense y que cuando estalla el alzamiento va aglutinando en torno a él la lealtad de los otros generales alzados que descubren en él unas dotes superiores al resto. Esas dotes  eran: frialdad, pragmatismo, una capacidad para aglutinar tendencias muy diversas –porque no olvidemos que en el seno del bando nacional había gentes de muy diversas procedencias-, y un sentido muy fuerte de la autoridad, a veces implacable. Yo creo que Franco era un hombre autoritario, pero evidentemente no era un ideólogo. El nuevo estado se crea en torno a un descontento de muy diversos sectores, pero no lo alimenta una ideología fascista. Otra cosa es que luego se asuma, digamos, la ideología falangista como una retórica propia de la época, casi como una retórica que se pueda aliar con Italia, con Alemania, etcétera. Y yo creo que lo que caracteriza a Franco es eso, un régimen autoritario, de una dureza en un principio fuerte: estamos en una guerra, luego vamos a salir de una guerra, que paulatinamente se va relajando, o ablandando, que coge del fascismo, vía falangismo, la preocupación social, pero que al mismo tiempo se va adaptando progresivamente a lo que las democracias occidentales van imponiendo. Yo creo que calificar a Franco de fascista sólo se puede hacer dándole al término fascista un significado demasiado amplio. Si nos atenemos a lo que es la ideología fascista tal y como se formula en Italia, y más allá del mimetismo que tienen las primeras leyes franquistas, que evidentemente... como hoy día mimetizamos a los americanos en tantas cosas de nuestro comportamiento social y político, por la atracción que ejerce un régimen político que en aquellos momentos estaba dando frutos. Mussolini coge a Italia con una problemática social monstruosa y logra que todo el proletariado se sume a esa línea política. En Franco puedo descubrir muchas cosas, pero no al ideólogo".

miércoles, 9 de enero de 2013

CIFRAS QUE DAN QUE PENSAR

He podido ver en diversos sitios de la web alusiones a los datos que ya obran en poder de los medios de comunicación sobre los resultados reales en la práctica de la introducción y posterior total liberalización de la conocida como "Píldora del Día Después", un fármaco que la gran mayoría de expertos considera claramente abortivo y los más benevolentes pre-abortivo.
No pretendo hacer valoraciones de fondo sobre el tema en este post. Simplemente, deseo compartir con los lectores los datos escuetos que resultan extraordinariamente elocuentes, dan mucho que pensar, y obligan, a mi juicio, a los más ingenuos a renunciar a prospecciones buenistas que no hacen sino empañar la triste realidad camuflándola con hipótesis carentes de fundamento.
He aquí un resumen de los datos que ya se tienen:


  • La píldora del día después se introdujo en España en el año 2001 por el Gobierno Aznar. Se dijo que la finalidad era disminuir el número de abortos y de embarazos precoces no deseados además de impedir aquellos que pudieran ser fruto de una violación, y que se distribuiría bajo estricto control para no trivializar las relaciones sexuales. Contamos ya con datos posteriores a la liberación total de Zapatero en 2009.
    En el año 2000, sin PDDs., hubo 60.000 abortos en España, recurriendo a ese  medio el 7,5 por mil de las mujeres menores de 20 años. En 2001, después de repartirse 160.000 píldoras, los abortos subieron a 70.000. En 2009, con la liberalización total de la píldora, los abortos fueron 111.000. Y en 2011, año en el que se repartieron 700.000 píldoras, tuvimos ya 118.000 abortos, ascendiendo ya al 13,6 por mil el número de mujeres menores de 20 años que decidieron abortar. Los datos son, por tanto, concluyentes.
    La píldora, que se distribuye con total libertad, no ha impedido que los abortos se hayan duplicado. Al igual que el número de mujeres de menos de 20 años que lo practican.