Después de ver la experiencia francesa del domingo de la que da cuenta la cita del blog amigo que transcribo, sólo quiero añadir de mi cosecha un apunte en esta concreta dirección: me provoca una sana envidia la capacidad de nuestros vecinos para organizar y encauzar una manifestación cuyo contenido comparten colectivos de muy diversa procedencia ideológica, logrando que el resultado final no se vea empañado por salidas de tono particulares, ni se frustre por protagonismos de ningún signo que ciertamente hubieran desvirtuado el conjunto de la reclamación social desprestigiándola ante sus adversarios.
"La manifestación de París: hacía falta un poco de racionalismo francés
La gran manifestación en París a favor del matrimonio
entre hombre y mujer ha tenido algunos elementos notables: no se ha politizado,
ni tampoco “confesionalizado” religiosamente; no ha habido estridencias ni
salidas de tono; ha sido más “a favor” que “contra” (aunque la motivación fue
oponerse al proyecto de matrimonio gay aprobado por el presidente Hollande, que
pasará al parlamento el 29 de enero). Y sobre todo, ha sido multitudinaria: han
participado muchos más de los 60 mil –según la policía-, o 150 mil– según los
organizadores-, que se manifestaron el pasado 16 de diciembre a favor del
matrimonio homosexual. La de ayer ha sido, de hecho, la mayor manifestación celebrada
en Francia en los últimos treinta años. (La anterior, celebrada en 1984, fue a
favor de la escuela libre).
“Un padre, una madre, es
elemental”, decía uno de los eslóganes. Pienso, en efecto, que hacía falta esta dosis
de racionalidad francesa para despertar del hechizo de la propaganda y volver a
pisar tierra. Si se piensa con calma en la campaña a favor de la “marriage
equality”, presentada como una batalla por los derechos civiles, se ve la falta de lógica. Además, es una campaña por
algo en lo que los gays tradicionalmente no han estado interesados (su lucha,
al contrario, era precisamente librarse de esos corsés), apoyados por gente a la
que no les interesa el matrimonio.
El gobierno francés está sorprendido por la
resistencia social al matrimonio gay, incluso entre representantes de las
mismas filas socialistas. Para buena parte de los ciudadanos, el proyecto
aprobado por el Gobierno, que equipara las parejas gay al matrimonio
heterosexual y reconoce la adopción a favor de homosexuales, habría requerido
un auténtico debate social, algo que el actual presidente había prometido, pero
que parece haber olvidado. De momento, vale la pena quedarse con las dosis de
realismo mostradas, entre otros, por Virgine Merle, una de las promotoras de la
manifestación, más conocida como Frigide Barjot. Esta humorista francesa, que
no está en contra de que las parejas homosexuales tengan un status legal (como
existe ya en Francia), pone de relieve que “el problema no es la
homosexualidad, sino la filiación humana”, ya que un niño necesita tener acceso
a sus padres biológicos".