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sábado, 19 de junio de 2010

La Masonería liberal española y la laicidad

Leo en El País de hoy que la masonería liberal española ha celebrado una importante reunión, fruto de la cual ha sido la elaboración de un manifiesto en el que, como siempre pasa con los manifiestos, se resumen los puntos de vista de los participantes en forma de afirmaciones, normalmente contundentes, unidas a propuestas o reivindicaciones que pretenden ser el "brazo armado y ejecutivo" del aparato teórico previamente expuesto.
En la información del diario madrileño se destacan las intervenciones de varios participantes, todos ellos convencidos de que en España todavía falta mucho camino por recorrer para alcanzar la verdadera y ansiada laicidad.
Me ha llamado especialmente la atención que, de las cuatro intervenciones, las dos que protagonizan sendas mujeres son las más radicales y reivindicativas, mientras que las de los varones, uno supongo que catalán por el apellido, el otro francés, o, al menos, perteneciente a una logia del país vecino, resultan mucho más templadas y, a mi juicio, de mayor calado.
Una de las mujeres preconiza como imprescindible para alcanzar la total laicidad, la supresión de la casilla que permite a los contribuyentes destinar parte de sus impuestos a la Iglesia católica; afirma también que la futura ley de libertad religiosa debería llamarse de libertad de conciencia.
Me he tomado la molestia de hacer un resumen -copia y pega- para que mis lectores tengan noticia directa de lo que a mí me ha parecido más significativo; obviamente una lectura directa de la información de El País podrá aclarar y ampliar lo que aquí, tal vez, pueda resultar insuficiente por fragmentario o mal seleccionado por mi:

"Ana María Lorente…resaltó que las "inercias mentales aún vigentes imprimieron un troquel patriarcal a las sociedades ya desde hace 4.000 años, así como una concepción solar y masculina de la divinidad; durante todo este tiempo, por el hecho de ser mujer, la mitad de la sociedad ha vivido bajo un sistema de creencias que le ha impedido desarrollarse libremente". Por ello, abogó por la laicidad "como garantía de una sociedad sin discriminaciones, donde poder ser educada en la tolerancia y en el pensamiento crítico, capaz de poner en cuestión todo tipo de dogma. Asimismo, propuso una "complicidad fraternal de los dos polos de la Humanidad, hombres y mujeres", y preconizó después una sociedad "donde los derechos humanos no sean un mero enunciado". Según Jordi Farrerons, "la laicidad es un espacio de convivencia respetuoso con todo tipo de creencias e ideologías". Para Farrerons, y pese al principio constitucional, "pervive una confesionalidad sociológica del Estado aún después de transcurridas tres décadas de vida democrática en España… Igualmente, criticó la identificación de anticlericalismo y laicidad, ya que considera a esta como un factor de integración social. Por su parte Paloma Martínez Sierra subrayó que España sigue siendo de facto un Estado confesional, y reivindicó una espiritualidad no confesional que la laicidad ampara… Aimé Bataglia, del Gran Oriente de Francia, hizo una descripción del laicismo al que consideró complementario de la tolerancia…"no cabe confundir el espacio público, en el que se mueven los Estados, y el privado, donde tienen lugar las distintas creencias", confusión en la que "se encuentran los fundamentalismos religiosos y estatales". Reivindicó las creencias como expresiones de los anhelos y deseos del espíritu humano en la esfera de la conciencia…"


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