En él se han abordado estrategias de comunicación, y la presencia de la Iglesia en los medios, sin olvidar los temas-controversia de estas últimas semanas a propósito de los casos de pederastia.
Una de las intervinientes ha sido la doctora en Psicopedagogía y en Teología, profesora en la Universidad de Navarra, la laica alemana Jutta Burggraf.
Todo lo que dicen de su ponencia me ha gustado, aunque algunas de sus afirmaciones sean ya un lugar común en este tipo de reflexiones, y, por tanto, no supongan una novedad especial.
Lo que yo destacaría como especialmente lúcido dentro de su análisis, es la constatación de que, tal como están las cosas en nuestra sociedad dominada por los media, son pocos los buscadores de sentido e interioridad (que los hay, y en mayor abundancia, tal vez, de lo que creemos, añado yo) a los que se les ocurre mirar al cristianismo como una posible opción, y ello por su fama de "no ser más que una rígida institución burocrática, con preceptos y castigos", mientras que también y al mismo tiempo -y esto resulta, creo yo, dramático- no pocos huyen del cristianismo por motivos opuestos: "la predicación cristiana les parece demasiado superficial, muy light, sin fundamento, sin exigencias religiosas".
Estoy de acuerdo: un cristianismo descafeinado es perfectamente inútil en una sociedad también descafeinada. "Blandos, abstenerse", podría ser el eslogan.
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