Y así, constata De Prada basándose en el reportaje mencionado, los líderes educados por la EC han resultado ser mayoritariamente dirigentes anticatólicos que además se precian en su actividad pública de combatir, por insanos, los principios básicos del catolicismo.
Hay, a mi juicio, algo de exagerado en la valoración cuantitativa que hace el escritor; pero matizando un tanto los porcentajes, es imposible no darle la razón; a la EC católica le pasa algo muy parecido a lo que les sucede a todas las instituciones confesionales (radios, periódicos, etc.): si acentúan fuertemente su identidad, pueden terminar haciéndose sectarias o, al menos, extremadamente minoritarias; si lo que acentúan es una oferta "en abierto", lo más probable es que pierdan su identidad (y, por tanto, su razón última de ser), y les salga el tiro por la culata: en nuestro caso, una escuela católica cantera de líderes...anticatólicos.
En otro terreno, el caso de una emisora de radio -COPE-, vemos que termina gozando de un pronóstico de futuro muy similar. No querer verlo es aplazar sine die un problema de difícil solución, desde luego, pero que merecería la pena debatir en profundidad con ánimo constructivo.
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