Un buen amigo mío que conoce Paris mucho mejor que yo porque allí ha vivido ampliando estudios durante un par de años, me dio un susto la víspera de irme asegurándome que la habían quitado. Imposible, le dije; me mandan periódicamente sus boletines al correo-e, y tienen una especie de blog de novedades que te pone al día con bastante comodidad. Él insistió: si no la han quitado, algo ha pasado con ella...la han reducido, en fin. Pude comprobar en vivo y en directo que La Procure sigue donde siempre, con una oferta de libros desbordante -con especial esmero, como he dicho, en los títulos de teología, filosofía, humanidades, y arte- y tengo para mí que las noticias de mi amigo, evidentemente no ciertas, podían, sin embargo, aludir a posibles problemas de tipo empresarial que, sinceramente, me traen sin cuidado.
Después de recorrer los mostradores y frenar una y otra vez mis pulsiones de comprador empedernido, salí dejándome algunos euros en la caja, y con una misma reflexión en el magín: aunque en un Madrid, por ejemplo, hemos avanzado no poco en librerías especializadas, cuánto nos queda todavía por andar para estar a la altura de la oferta de Paris, al menos en lo que a libros de esta materia se refiere. Sin embargo, es justo rendir homenaje a la red de librerías San Pablo (y Paulinas) que hacen una oferta más que digna (conozco Madrid y Sevilla), aunque -que me perdonen- con un estilo todavía un "pelín" casero, quiero decir: algo provinciano, o, si prefieren, poco internacional.
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