"El diario francés Le Monde muestra una gran sorpresa al constatar el triunfo de taquilla de una película que trata de siete monjes franceses. No le falta razón al diario parisino, pues en “Des hommes et des dieux”, de Xavier Beauvois, no revientan helicópteros ni se incendian gasolineras… Es una película lenta, con pausas, narrada en forma sencilla, sobre los siete monjes asesinados en Algeria en 1996. No se trata de la historia de la tragedia, sino de una reflexión sobre las razones que les llevaron a permanecer en el monasterio a pesar de las amenazas.
El diario informa de que la película fue distribuida en 256 cines de Francia. En la primera semana ocupó el primer puesto en el box office (468 mil espectadores), por encima de “Salt” o “Inception”. Visto el éxito, en la segunda semana los cines fueron 424 (y los espectadores 481 mil). Hoy los cines que ofrecen el film son 464. Aumentar tres veces el número de cines no es normal para una película de este tipo. Las perspectivas son muy alentadoras: después de haber triunfado en Cannes, el film será un buen candidato a los premios “Cesar” franceses y representará a Francia en los Oscar.
Pero ya se sabe que el éxito de crítica (Cannes) no garantiza el éxito de público. En este caso, parece que la clave está siendo –según Le Monde- el “público católico”, que va poco al cine pero que se está movilizando en este caso. En opinión de un eclesiástico citado por el periódico, “la película plantea preguntas críticas sobre el sentido de la vida, la fraternidad, las relaciones con el Islam. Creyentes y no creyentes se sienten interpelados por un film que tiene diversos niveles de lectura”.
Pues bien, mi apostilla iría en esta dirección: creo que es posible ver, sin cerrar los ojos a la necesaria objetividad, una serie de indicios que apuntarían en la misma dirección: el cacareado laicismo de nuestras sociedades, que autoridades y medios de comunicación esgrimen dando por supuesto su profundo y extenso calado, tal vez deba reducirse a dimensiones mucho más modestas.
Resulta que todo el Reino Unido que, según los voceros inapelables de la información, iba a dispensar al Papa de Roma una acogida gélida, ha terminado reconociendo en el octogenario pontífice a un huésped amable, sencillo, y, sobre todo, portador de un mensaje profundo y capaz de plantear interrogantes nada banales y más que útiles para el desarrollo y felicidad de una sociedad problemática...
Resulta que una película como El Gran Silencio que narra durante dos horas la vida de una cartuja, y en la que no se pronuncia una sola palabra, alcanza un éxito descomunal allá donde se proyecta.
Resulta (ahora) que esta otra película de temática netamente religiosa y filosófica corre una suerte parecida...
Resulta que la gente "normal" con la que uno se encuentra en el trato diario, no parece manifestar habitualmente excesiva hostilidad hacia lo religioso, lo que no impide, naturalmente, que practique un sano espíritu crítico frente a tantas y tantas imperfecciones de las personas representativas de las instituciones religiosas, y frente a defectos estructurales de las mismas...
Empiezo a preguntarme ante indicadores como los que acabo de sugerir: ¿no estaremos ante una auténtica inflación mediática que deforma al alza datos reales de laicismo social, dirimiendo sin apelación, unilateral y sumarísimamente, un conflicto mucho más complejo que lo que sus crónicas y presentaciones sugieren?
Creo que preguntas críticas como ésta empiezan a ser más que pertinentes. Sería muy triste que los creyentes volviéramos, una vez más, a morder como pardillos el anzuelo de camelos revestidos de dogmatismo sociológico.
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