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martes, 5 de abril de 2011

La Iglesia católica en China: doble enigma

Todos estamos de acuerdo en el carácter sumamente enigmático de China. Sabemos poco todavía de aquel lejano y legendario país. Nos vamos dando cuenta, eso sí, de que cada día que pasa crece su importancia como potencia mundial, y ya nadie considera exagerado decir que, en pocos años, el mundo entero será mucho más “chino” de lo que es ahora. Unos lo ven con simpatía, otros con curiosidad, y no pocos con miedo.

Pero si del gigante chino todavía sabemos relativamente poco, de la presencia y andadura dentro de él de la Iglesia católica, nuestra ignorancia, hablando en general, es prácticamente total.

Y, sin embargo, cada día nos es dado conocer más datos sobre la situación de las comunidades católicas que tratan de sobrevivir y crecer allí en una triple fidelidad: al evangelio, a la iglesia católica, y a la sociedad civil en plena expansión y desarrollo económico.

Hace unos años, el papa BXVI envió una carta a los fieles católicos chinos verdaderamente admirable y cuya repercusión en nuestros medios de comunicación -para no variar- fue manifiestamente mejorable. En ella el papa aludía a las notables dificultades que experimentan los católicos chinos para mantener esa triple fidelidad, les animaba a mantener la esperanza, y sugería pensamientos de indudable alcance político.

Para cualquiera que tenga una mínima información sobre el particular, no es ningún secreto que el problema más llamativo que sigue sin resolverse es el de la existencia de dos líneas jerárquicas dentro del episcopado chino: la de origen gubernamental (iglesia patriótica), que no siempre es aprobada o consentida por Roma, y la de origen, digamos, romano, es decir, aquella cuyos obispos son nombrados por la santa sede, y que, por tanto, gozan de la plenitud de la comunión eclesial.

Pero las cosas, miradas de cerca, deben ser -sin duda, son- mucho más complejas de lo que puede parecer. Buena prueba de ello es que las opiniones más cualificadas de conocedores desde dentro de la situación, y de observadores absolutamente solventes más desde el exterior, entran no pocas veces en conflicto a la hora de valorar el presente y de programar el futuro de la vida de la iglesia católica en China.

Reproduzco a continuación un extracto del interesante reportaje a parecido en el blog de Sandro Magister en L'Espresso que puede ayudar a aclararse algo más en este asunto. Sirva como aperitivo para un futuro mayor conocimiento de esta, a mi juicio, apasionante cuestión:



Al final de la semana pasada, casi a la misma hora, dos exponentes de peso de la Iglesia católica, ambos chinos, expresaron dos juicios diferentes sobre el difícil momento que la Iglesia atraviesa en China.

El primero es el cardenal Joseph Zen Zekiun, que fue obispo de Hong Kong, hoy ya retirado, pero siempre muy atento a lo que acontece en su país.

El viernes 1 de abril el cardenal Zen publicó en "Asia News", la agencia on line del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras, un vehemente acto de acusación contra el "triunvirato" que quisiera reproducir con China la Ostpolitik practicada en el siglo pasado por el Vaticano con los regímenes comunistas. Una política de "diálogo a cualquier costo" – escribe Zen – desastrosa entonces, y aún más desastrosa hoy, cuyo único resultado sería el de "hundir siempre más a los católicos en el fango de la esclavitud".

El triunvirato sometido a acusación por Zen está compuesto por el cardenal Ivan Dias, prefecto de la congregación para la evangelización de los pueblos, un "notario" de la misma congregación vaticana, y el padre Jerome Heyndickx, célebre sinólogo y estratega del grupo. Los tres actuarían – según Zen – contra la línea dictada por Benedicto XVI en su carta del 2007 a la Iglesia en China, y contra la opinión de la mayoría absoluta de la comisión que el Papa ha instituido para seguir la situación en China, de la cual el mismo Zen es parte.

*

El segundo alto de dirigente de la Iglesia que el mismo viernes 1 de abril tomó la palabra sobre el caso de la China es el arzobispo Savio Hon Taifai, con una entrevista al diario de la conferencia episcopal italiana, "Avvenire", realizada por el vaticanista Gianni Cardinale.

Monseñor Hon, 61 años, es el primer chino que llega a ocupar un alto cargo en la curia romana. El pasado 23 de diciembre Benedicto XVI lo ha nombrado secretario de la congregación para la evangelización de los pueblos, que tiene la competencia sobre todos los territorios de misión, incluida la China.

Originario de Hong Kong, alto, físico delgado, aspecto juvenil, monseñor Hon se define como un "teólogo poco diplomático".

Efectivamente, en esta entrevista, que es la primera que concede hasta ahora, Hon expresa juicios muy directos. Sin esquivar ninguna cuestión. Describe con sencillez las visiones opuestas del cardenal Zen y del Padre Heyndrickx. Y no esconde que está más cerca del primero, aun sin seguirlo en todo.

(...) es necesario resumir brevemente lo que ha sucedido en los últimos meses entre el gobierno chino y la Iglesia católica.

El pasado 30 de marzo ha sido ordenado en China, en Jiangmen, un nuevo obispo: Paul Liang Jiansen, 46 años. Su nombramiento ha sido "aprobado" por la Santa Sede y simultáneamente "autorizado" por las autoridades chinas.

Entre el 18 de abril y el 15 de noviembre del 2010 otros diez obispos han sido ordenados en China con la aprobación conjunta de Roma y Pekín, en las diócesis de Hohot, Haimen, Xiamen, Sanyuan, Taizhou, Yan'an, Taiyuan, Yuncheng, Nanchang, Zhoucun.

Pero en medio, el 15 de noviembre, en la diócesis de Chengde hubo una ordenación ilícita, es decir, realizada por intención del gobierno sin la aprobación del Papa. Desde el año 2006 no se hacía en China una ordenación episcopal ilícita.

Y poco después, del 6 al 8 de diciembre, las autoridades chinas han reunido en Pekín una asamblea nacional de representantes católicos, en la que han participado 45 obispos, muchos de los cuales aprobados por el Vaticano, y se han elegido los dirigentes de la conferencia episcopal y de la asociación patriótica: dos organizaciones que no son reconocidas por la Santa Sede.

La ordenación ilícita de Chengde y la asamblea de Pekín han sido desaprobadas por la Santa Sede con comunicados de tono muy fuerte, el 24 de noviembre y 17 de diciembre”.


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